Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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09. Fuera de la vida (Calamanda Nevado)

Su mirada empieza a cojear, como él, sin fuerza  ni peso se echa al suelo. Qué te pasa, le pregunta, y hace venir al médico. Es duermevela matinal,  asegura y enseguida se marcha. Como lo entiende bien, a pesar de creerlo caprichoso,  lo invita a mirar desde la   ventana y a  su manera le habla despacio igual que  a un niño mientras hierve la olla en la cocina.  Despierta, murmura intentando hacerlo reaccionar, mira que hervidero de automóviles   cruza la  avenida, las mejores marcas  ¿Qué te sugiere   nuestro Renault azul celeste aparcado en ella? Parece  un juguete delicado ehh,    nos  espera  ¿Has visto el cielo? Está manso, y las palmeras son  altas, verdes y   variopintas;  hasta aquí llega la melodía    del  mar blanco dándole suaves topadas  a la arena desnuda.

Se que veo peligros imaginarios,  pero soy infeliz; estoy  asustada curioseándote con  atención como  el niño al muñeco. No me atrevo a dejarte  en paz, ni  a salir de paseo en  el   descapotable sin tus alas viajeras y tu honda respiración, por cierto; se le saltó la cuerda.

Al besarlo en la  mejilla le pareció sudoroso,  la cara blanca y mate,  todo ojos negros y dientes blancos; intentó inútilmente sostenerlo.

 

 

 

 

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    No sabemos cómo serán los últimos momentos de una persona, es obvio que quien los experimenta no tiene ocasión de describirlos después. Es de imaginar que cada caso será diferente. No debe ser igual una muerte súbita, que una enfermedad lenta, o el resultado de una violencia letal. El caso es que, en esos últimos momentos sería deseable no padecer dolor físico y estar bien acompañado, mecido por las palabras de aliento de un ser querido. Esa mujer siente y sabe que a él le sucede algo, que ni siquiera el médico es capaz de detectar, con esa intuición que otorga estar cercano a alguien.
    Un relato en el que una vida termina, pero al mismo tiempo, también es un elogio de esa misma vida y una tierna despedida.
    Un abrazo y suerte, Calamanda

  2. Saben mejor los más allegados cuándo el enfermo está llegando al final de su vida que los propios médicos. No en vano una vida juntos les ha dado una capacidad de observación e intuición insuperables. Los cuidados, las frases cariñosas, los recuerdos felices, alivian el tránsito inevitable. Al menos, así lo creemos. Al menos, así lo deseamos para nosotros mismos.
    Muy delicado, Calamanda. Besos.

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