26. JUSTO AHÍ (Purificación Rodríguez)
Durante muchos días, mientras lo miraba, pensé que era un sueño. O un espejismo, como esos que dicen que se ven en los desiertos. Pero no, él está de verdad parado junto a la acera, frente a mi ventana, y su brillante color cielo me llama a gritos en medio del ruidoso tráfico de la carretera.
Y esta vez no necesitaré ni llave de contacto para llevármelo, porque la palomilla de cuerda que tiene en el capó lo arrancará sin problema. Al fin, el coche que siempre quise. Y justo ahí, casi al alcance de mi mano.
En cuanto oscurezca, bajaré y me daré una vuelta con él hasta que se le acabe la cuerda. O hasta que se me acabe la ciudad.
Si consigo serrar este último barrote, claro.