48. Corre, corre (Manuela Balastegui)
No dudó en entrar en el establecimiento, cuando lo vió. Era lo que necesitaba y su color la había decidido.Preguntó, el precio del scooter del escaparate. La dependienta dulcificó su cara de ortiga, entusiasmada, con la comisión de la venta. A Alicia el color del scooter, de cerca, le pareció de ensueño. Se acercó, y acarició su línea estilizada, su tapicería mullida al tacto, su volante de textura gomosa.A la semana, lo tenía en su plaza de garaje. Empezó a conducirlo en modo tortuga. Cuando fue ganando confianza aumentó su velocidad, con ligereza de liebre. Circulaba por la acera a cinco km hora, desmarcándose del tráfico de la carretera. Saludaba a diestro y siniestro, a conocidos y desconocidos. Alicia se enorgullecía de su calidad de vida con su scooter. Sonreía a comentarios cariñosos como:¡hoy llevas una velocidad que te creces!, o, ¡qué bien vas en tu cochecito azul!.Alicia había recobrado su añorada independencia.