32. Rojos
Echas de menos aquellos tiempos en que todo era más sencillo. Enfrente los soldados blancos; a tu lado, hombro con hombro, estábamos los camaradas, con hambre pero sin miedo. Pancartas, banderas y consignas que daban paso a los gritos, a la rabia, a la sangre joven derramada sobre la nieve.
Pero al final nos guiaste a la victoria sobre los blancos. Las pancartas presidieron el parlamento y las banderas ondearon en las torres de cada ciudad. Luego vinieron los desfiles, el bronce de las estatuas, la historia escrita en tomos de lomo dorado.
¿Qué pasó desde entonces? El tiempo es un traidor que huye sin dejar rastro. Un día sales al balcón del palacio y saludas a la multitud. Pero ya no aplauden ni cantan nuestros himnos de victoria. Ahora las banderas que ondean son de otro color, las consignas que gritan son insultos. Es inadmisible; no puede tolerarse esta traición. Levantas la mano y ordenas abrir fuego, y por un momento, al oír los chillidos de rabia y ver el brillo de la sangre sobre la nieve, sientes que todo vuelve a ser como antes. Como cuando eras joven.
Gran relato, Eduardo! El color rojo parece que lleva fácilmente a la política y a la barbarie de la sangre derramada, sangre de humanos derramada por otros humanos. El ciclo sin fin del egoísmo.y la estupidez de los que gobiernan.
¡Suerte!