15. IN MEMORIAM
Mentiría si dijera que lo desprecio.
Sería una traición a la libreta en la que anotabas tus cuentas, a los montoncitos que reservabas para reponer los zapatos que se me quedaron pequeños, a los restos del puchero que transformabas en croquetas al día siguiente, a los pantalones con los bajos descosidos para aprovecharlos un año más, a la desazón de las cuestas de enero, a tus noches de insomnio repasando la factura de mis libros a principio de curso.
Sería una ingratitud hacia la magia del juguete deseado el día de Reyes, del prodigio de la bicicleta nueva, del milagro de unas vacaciones en la playa, de tu triunfo sobre una época en la que supliste la escasez con imaginación.
Sería un desaire al portento de tus manos de hada, que desteñían su color verde de tanto estirarlo para llegar a fin de mes.
A través de un detallado y sensible homenaje a tu madre (tal vez a todas las madres), justificas un reconocimiento al vil metal (con un sutil guiño billete de mil) aduciendo que sería una ingratitud, una traición y un desaire hacia la magia de aquella mujer tan valiosa y de todo lo que con su capacidad hacía posible, componiendo de paso un relato de ese proceso diario y que adivinamos repetido multitud de veces en el tiempo. Tierno, original, ingenioso… Genial propuesta, Asun.
Mucha suerte con ella.
Un fuerte abrazo.
Me he quedado corta con el homenaje, Enrique. Cuando yo era niña no se hacían ingresos en la cuenta y la paga del mes la entregaban en mano, el día que llegaba mi padre con el sobre de los billetes verdes era todo un acontecimiento.
A partir de ahí, había que administrarlo con sabiduría y en eso mi madre, como las madres de todas las épocas, era una auténtica experta.
Muchas gracias por tu comentario, me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Precioso, Asun. Nos traes al recuerdo detalles que hemos vivido y que retratan muy bien la magia y el sacrificio de muchas madres.
Mucha suerte.
Besos.
Son muchos recuerdos los que tenemos almacenados, agridulces en parte, aunque suavizados por el paso del tiempo.
Gracias por leerlo y por tu comentario.
Un beso, Rafa, y hasta muy prontito.
Si somos realistas y admitimos que la magia y los milagros no existen, también hemos de ser justos y decir que lo más cercano a la magia y a los milagros es una madre en tiempos de escasez. Sin necesidad de máster ni cursos, solo con intuición, sentido común y enormes dosis de cariño, han sacado adelante a la mayoría de nosotros. Esas manos de hada estirando el billete verde son una metáfora preciosa y precisa.
Un relato lleno de cariño, necesario, que hace bueno el refrán: «Es de bien nacidos ser agradecidos». Nunca debemos olvidar de dónde venimos y a quien debemos sus desvelos. Una historia entrañable con la que es difícil no identificarse, tanto, que es de esas que incitan a decir que nos hubiera gustado escribirla.
Un abrazo grade, Asun. Hasta muy prontito
En una sociedad que nos inculca el consumismo desmedido como forma de paliar algunas carencias emocionales, es imprescindible recordar de dónde venimos, como bien dices. Y no se trata de rendir culto al dinero, por supuesto, sino de valorar la capacidad de utilizarlo en lo realmente importante y, sobre todo, de saber trasmitírselo a las generaciones más jóvenes.
Un fuerte abrazo, que pronto te daré en persona, Ángel.
Qué bonito homenaje a las Madres. Es verdad que a veces hacen Magia, malabarismos y
hasta triples saltos con lo mínimo.
Besos Asun
Gracias, Esperanza. Las madres como mi protagonista siempre saben sacarle partido a todo.
Un beso.
La verdad es que la conciencia de lo que significaba parece que no es la misma. Hablamos de crisis pero hacemos cosas que dan la sensación de que no existe. ¿Quién que no haya pasado por la época de ese billete estirado, se preocupa de no tirar el pan sobrante? Y ese ws solo un pequeño ejemplo para ilustrar y, como tú, homenajear a aquellos que estiraron y se privaron de cosas para poder efrecernos lo mejor.
Gracias por recordarnoslo, al menos a mí. Feliz noche de marzo. Abrazos.
Tienes toda la razón, Mercedes. La sociedad del consumo desmedido mira con malos ojos el aprovechamiento de los que aún sirve para algo, en una carrera hacia el «cuanto más, mejor». Y el planeta nos está pasando factura.
Un beso y gracias a ti por tu reflexión.
Un viaje a mis años 70, y al «este mes no se puede» o «este mes le toca ropa a tu hermano (números del 1 al 5)»…
Magia, imaginación, paciencia…
Enhorabuena y suerte, Asun.
Y éramos tan felices, sin tener tantas cosas. Se nos educó en la generosidad y en la moderación, hay que hacer un esfuerzo por recuperar esos valores porque es la única forma de que la Tierra siga siendo un lugar sostenible.
Un abrazo y gracias, Álvaro.
Muchas de nuestras madres han sido grandes contables de la economía doméstica. Con el homenaje que le haces a la tuya nos sobrevienen los recuerdos de las épocas de escasez y y su sacrificio para que nosotros saliésemos adelante. Pero también nos dieron una gran lección de magia pura, que nunca debemos olvidar.
Mucha suerte y un beso, Asun.
Eran expertas en negarnos lo superfluo, en priorizar las necesidades, en reciclar comida, ropa y juguetes. En gestionar la economía con equidad, en un ambiente en el que no había cabida para la envidia entre hermanos, porque todo era de todos.
Muchas gracias por tu comentario y un beso, Carmen.
Qué emotivo relato, Asun, desde su comienzo hasta llegar a ese magistral final -la última frase es para enmarcarla-, nos paseas por tu casa, con una madre muy parecida a la que hemos tenido todos. Qué cercanos pero qué lejos quedan al mismo tiempo esos días.
Me ha gustado leerte.
Un besote grande y suerte con el verde.
Priorizar las necesidades, administrar el ingenio para que la familia navegue rumbo a la estabilidad económica y emocional. Tierno y precioso relato, Asun. Un abrazo y suerte.