86. Perdiendo el norte (Blanca Oteiza)
Mezclo amarillo y cian en la paleta. Son mis paisajes favoritos, los bosques que tanto añoro. No me acostumbro a los días azules de sol arrugando la piel que cuartea. El eterno estío devora la nostalgia que engulle las lágrimas que secan la pintura. Echo de menos el norte y me refugio entre acuarelas donde predomina el verde. La falta de lluvia, la ausencia de nubes, el vacío en el alma de una tierra que no olvido. A veces siento volverme loco y es cuando abrazo a mi hija que me pregunta por los pinceles en el suelo.
Hoy ella comienza con sus clases de pintura, un nuevo aire que vista las paredes de la casa. Su primera obra muestra el retrato de su peluche favorito, la rana Gustavo.
En este mundo que hemos estropeado entre todos, que nos castiga con pocas lluvias y sequías cada vez más feroces, el verde parece haber quedado relegado casi a un recuerdo, tanto, que, de seguir así, para verlo habrá que pintarlo. El planeta está perdiendo el norte, verde y húmedo, para sustituirlo por un secarral de días eternamente despejados en el que la supervivencia será difícil. Nuestro destino está unido al planeta; si él enferma, nosotros también perderemos el norte, como tu protagonista.
Un buen título para una historia de denuncia que no puede dejar indiferente a nadie, en el que se plantea uno de kas peores amenazas de nuestro tiempo y de los que vendrán, ineludible y preocupante, con intensidad, a la vez que sutileza.
Un abrazo, Blanca. Suerte
Ángel, muchas gracias por tus palabras.
El cambio climático lo tenemos encima, aunque algunos se resistan a no verlo. Ya hasta en el norte los días son cada vez más azules.
Un abrazo
Este padre que tiene el recuerdo de su NORTE amado en la cabeza y que solo consigue con ayuda de los pinceles, ve que de la mano de su hija podrá recuperarlo.
Los cuadros de paisajes serán como una ventana a su añorada tierra.
Un abrazo y mucha suerte, Blanca.
Muchas gracias Virtudes por tus palabras. Ese añorado norte que perdura en el recuerdo del padre poco a poco habita tan sólo en sus cuadros, y éstos son como pequeñas ventanas de escape.
Un beso
Me ha gustado mucho esta propuesta. Me siento identificada. La tierra tira mucho. Y ese final… Pura ternura. 🙂
Suerte.
Saludos.
Gracias Nuria,
La tierra de cada uno siempre tira, y más en la distancia. Y mi protagonista siente la nostalgia de su norte verde.
Y para terminar con más verde: la rana Gustavo.
Un abrazo
Nostálgica historia, la de un padre que, lejos de su tierra, y con su hija intenta empezar de nuevo. Los niños son ese presente continuo que tira de nosotros.
Me ha gustado mucho, Blanca.
Muchas gracias Manoli,
Los hijos siempre tiran de nosotros, hasta cuando creemos que no tenemos fuerzas. Es la vitalidad de la vida.
Me alegro que te haya gustado.
Un beso