29. Kubi de Cara Blanca
Kubi, con la Cara Blanca acompañada de otros cuatro colores siempre tenía el mismo centro. Cada mañana elegía uno de ellos para que fuera su acompañante, no siempre resultando ser de su agrado. A lo largo de los días, meses y años, bailaban, reían y lloraban juntos. Incluso el color opuesto se relacionaba de manera directa con cada uno de los otros colores.
En la ciudad donde vivía Kubi no se oía otro cantar que no fuera el del movimiento intenso. Otros seres con formas triangulares, circulares, y otras formas extremas también con su Cara Blanca, señalaban a Kubi, porque era el simplón anticuado de la Cara Blanca. Pero Kubi siempre defendió su originalidad.
Una noche, cansado de estar siempre en el punto de mira, Kubi decidió viajar al nuevo mundo. En él, encontró otros seres que respetaban su forma de ser, de sentir, de compartir.
Otra vez volvió a ser el original Cubo de Rubik con su Cara Blanca.
Buen relato, además tienes razón, cada uno es como es y lo mejor del mundo es encontrar a quien te deja ser tú mismo.