66. Tal para cual
Los que le conocían no daban crédito acostumbrados como estaban a verle siempre con el semblante serio y la mirada triste que bien pareciera salido de un funeral. Ahora se mostraba radiante luciendo una amplía sonrisa mientras contemplaba embelesado a su prometida, menuda como un gorrión, con un traje de novia blanco cual paloma, pintada como un papagayo y emitiendo graznidos en un intento por seguir el compás del Ave María que llegaba del coro. ¿Se puede ser mas feliz? se decía aquel novio amante de la ornitología.
Siempre hay un roto para un descosido.
El refranero popular es muy sabio. Dios los cría y ellos se juntan.