96. EL DORADO (versión libre) Virtudes Torres
Su cuerpo casi perfecto relucía bajo el sol del atardecer. Yo no debía mirarlo, se me negaba esta opción; al igual que mi pueblo todos debíamos permanecer con la mirada baja o de espaldas a tan esplendoroso espectáculo.
Decidí ocultarme tras unos helechos que me proporcionaban ver sin ser vista.
Mi corazón gozaba y mi pulso se aceleraba de tal forma que creí que iba a ser escuchado en toda la selva.
La barca seguía su pausado avance; en medio de la laguna mi ídolo se despojaba de la capa que lo cubría, los sacerdotes seguían untando el polvo de oro sobre su piel. Yo maldecía no ser uno de ellos.
Después mi deidad se sumergía en las aguas color esmeralda para aparecer más brillante aún, despojado del oro.
Aquella imagen me obsesionaba, jamás podría estar a mi alcance. Por fin encontré la solución. Hoy, bajo estas aguas rebosantes de piedras preciosas y de oro, he esperado su baño y me he unido a mi gran amor.
Ahora aquí, en el fondo, por fin somos uno.
Dicen que todas las leyendas tienen su parte de verdad. La noticia de que en una ciudad de América los reyes realizaban el rito que has descrito atrajo a conquistadores y todo tipo de gentes. Tu protagonista, una joven del pueblo, desafió todas las convenciones y normas, arriesgando su vida para unirse a ese hombre, considerado rey y dios, con oro o sin él.
Original historia en la que se dan cita el amor y la magia.
Un abrazo y suerte, Virtudes
Gracias Ángel por tus palabras. Las leyendas transmitidas de generación en generación son tan dispares a pesar de tener el mismo punto de inicio. Eso da pie para que nosotros nos atrevamos a construir la nuestra.
Un abrazo.
Bonita leyenda, desde el comienzo ya te atrapa.Un beso.
Gracias Maite, me alegro de haberte atrapado. Las leyendas es lo que tienen.
Un beso y feliz verano.