32. LAS GAFAS DE LA NOSTALGIA(Mercedes Marín del Valle)
Me las acercó y me invitó a que me las pusiera. Sus gafas de montura y cristales, rosa. Pequeñas y estrechas para mi cráneo. Me llevó hasta la orilla de la mano y nos sentamos muy juntas, esperando que una ola nos trajera espuma y arena a partes iguales. Entre tanto, cantábamos. Miré al horizonte y mis ojos detrás de aquellos cristalitos rosáceos, se impregnaron del vapor de la nostalgia, y vi, nítidamente, que no muy lejos, otros rostros sonrosados, salpicados de vida y de sal, me habían colmado de dicha.
No me hacía falta el espejo para ver que, atravesada por la flecha imparable del tiempo, me dolía de las heridas y las culpas. Pero su voz impaciente y cantarina puso fin al túnel del pasado, anunciándome lo que ambas esperábamos; una ola que nos tambaleó por dentro y por fuera. Las gafas salieron despedidas y las dos miramos como se alejaron para luego volver a la orilla. Como mis recuerdos, como la vida. La tomé en mis brazos y mi beso transcendió el presente. El suyo tenía el sabor de la dicha. Nos miramos y supimos que las conexiones especiales son inmunes a la distancia y al tiempo.
La nostalgia de lo vivido es una sensación muy humana, pero recrearse en el ayer, muchas veces idealizado bajo un cristal de color de rosa, durante demasiado tiempo, ni conďuce a nada ni es posible, siempre habrá una ola que propine un revolcón y ponga a cada cual en su presente; al menos, en el caso de tus protagonistas, parece muy prometedor.
Un abrazo, Mercedes, suerte
Com esta historia inspirada en una abuela y su nieta, he querido expresar cómo algunas relaciones son tan sencillas que solo hace falta estar conectados desde el corazón, para que sea pura y eterna. Es una dedicatoria a padres, abuelos, hijos y nietos.
Gracias Ángel por tu tesón a la hora de leer y comentar. Como te he dicho muchas veces, eres único. Incombustible y genial. Besos.
Me gustó el relato de las relaciones tan especiales del cariño de los abuelos y nietos.
Es verdad de los que se toman la molestia de leernos y comentar como lo hace Ángel quedan muy pocos.
¿Qué será de la vida de nuestro querido Juan Pérez?
Pues sí, María. Entramos en una ruleta de leer y no comentar o tal vez estamos como en esas relaciones de años en las que todo se da por sabido. Qué mal! Me has hecho pensar que yo también comento poco y sabes qué. Estoy a punto de volver de las vacaciones y mi propósito será parecerme un poco más a Ángel y animar los página y a los que escriben en ella. Gracias por venir y por despertarme. Y de Juan Pérez… yo también lo echo en falta. Besos María, feliz noche.
Hola, Mercedes.
Sabes que yo soy aficionado a pasar por tu rincón y dejarte mis impresiones sobre tus relatos. He estado, por distintas cuestiones, un poco alejado de la página. La convocatoria pasada, no pude comentar y ya me costó responder a los/as amigos/as que me dejaban su comentario. Esta temporada, voy a salto de mata, leyendo y comentado cuando puedo y tengo ocasión. En tu caso he tardado en llegar, pero aquí estoy para decirte que me ha gustado esa imagen tan bien pintada con palabras en ese paisaje marino de color de rosa.
La nostalgia es una emoción y, como todas las emociones, es buena o mala dependiendo de la forma en que la gestionemos.
Un abrazo y mucha suerte para este relato tan bien pintado en tono rosa.
Gracias amigo. Todos andamos liados con proyectos, trabajo y en este caso, vacaciones. De ahí han salido estas gafas rosa , de la felicidad y la nostalgia. Aunque nos estamos volviendo un tanto tiquismiquis y hasta renegamos, reniegan, del rosa como color femenino, yo quiero reivindicarlo como el color de la ilusión y la felicidad, oh si no ¿Qué te sugiere a ti un buen fresón de Palos? Pues a mi, dulzura, placer y felicidad. Brindemos por el rosa sin distinciones, uno genuino que a todos nos siente bien. Un abrazo y feliz noche. Y siempre gracias.