09. NO LEAS, DESGRACIADA
COR…
La casaron a la fuerza con el inmundo cafre.
TI…
“No leas, desgraciada, que no sabes. Tira eso y ponme la cena”.
Aparcó el libro con cuidado en el arcón junto con sus pertenencias.
NA…
En la alejada y desastrada borda, el dueño y señor devoró el potaje con trozos de carne y setas. Apuró la jarra de mal vino.
RIUS…
Ella ya sabía. La obligó a tenderse en el catre. La golpeó y forzó como siempre.
O…
Aprendió a leer en secreto. Le enseñó su hermana a escondidas. Nadie supo jamás que pudiera descifrar letras y palabras.
RE…
A la luz de la temblorosa vela fue descubriendo el mundo de las setas. El libro de tapas marrones se lo entregó otro pastor, por encargo de su querida madre.
LLA…
Leyó. Aprendió. La descubrió. Vio los dibujos. La conocía. En sus paseos por el bosque la había visto muchas veces. Se cocinaba de todas las maneras. La bestia disfrutaba.
Había descubierto: “Cortinarius Orellanus: Mortal. Veneno acumulativo. Los síntomas comienzan a los meses. Colapso renal. Indetectable”.
Se sintió muy mal. Falleció entre estertores con los ojos vueltos.
Ella lo observaba fijamente con el libro en el regazo.
NUS…
Vaya que bien la ha venido la lectura a tu protagonista, y, vivir en ese entorno mucho más.
Qué triste es que saber, que la crueldad de una persona puede sacar de otra sus más bajos instintos, convirtiéndose los dos en la misma clase de verdugo, cada uno en su estilo.
La venganza la sirvió en plato, no se si frío o caliente,pero,de cualquier modo, ese hombre se comió su propia indignidad en forma de seta.
Muy original. Feliz noche y suerte.
Me encanta, por la original forma de presentar el texto y por mi debilidad por la micología. La próxima vez que encuentre esa seta en el monte, me acordaré de este texto.