20. LAS APARIENCIAS ENGAÑAN
El niño apareció en el quicio de la puerta de la cocina. Se apoyó en la jamba mientras asomaba a su rostro una sonrisa traviesa. Sus blancos dientes destacaban en medio de la boquita rodeada de manchas de color marrón. Las mismas manchas que adornaban su ropa y sus manos.
Su madre, al verlo, abandonó la tarea que estaba realizando. Un pícaro mohín se dibujó en su gesto y poniendo los brazos en jarras, le dijo con tono falsamente enfadado:
– ¿Cuántas veces te he dicho que no cojas el tarro de la crema de cacao sin mi permiso?. Mira como te has puesto.
Se acercó a él de manera juguetona para agarrarle y lamerle los restos de la cara, pero al acercar su nariz a la mejilla del niño, se dio cuenta de que no era chocolate lo que ensuciaba la cara y las manos de su hijo.
Toda una metáfora de la vida, muy bien desarrollada. Me ha gustado mucho.
Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias. No os podéis ni imaginar el subidón que me dan estos comentarios.
Jajaja, un tanto escatológico pero pleno de gracia.
Suerte, Rosa.
Me alegro mucho de que te guste. Muchas gracias. Un saludo
Oyoyoyoyoyoy jajajajaajaj. Qué sutileza de humor.
¡Suerte con él!
Saludos
Asquerosamente delicioso. 😀 😀 😀
Muchísimas gracias.!!!!
jajajaja, me has hecho reír, muy bueno. Un beso.
Ironía en estado puro y si estuviéramos hablando de teatro, pues sería un brevísimo sainete o desde el punto de vista musical, una sucinta ópera bufa.
El caso es que te luciste provocándonos las risas y te felicito por ello.
Saludos, Rosa y suerte. 🙂
Mi intención no era otra que provocar una sonrisa. Si lo he conseguido me doy por satisfecha. Muchas gracias por leer y comentar.
A mí me ha sacado una sonrisa. Bien llevado a ese final. Saludos