Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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51. EL ABRIGO DEL ABUELO (Javier Puchades)

Me impresiona entrar y verlo colgado en el recibidor. Cuando lo abrazo siento ese olor a picadura que siempre lo acompañaba. Igual que hace dos días, mientras lo sujetaba al cortar la cuerda de la que pendía del techo. He vuelto a su casa, ya que papá me ha encargado recoger el viejo abrigo marrón del abuelo. Siempre deseó que lo amortajaran con él. Ahora que ya no lo cubre, lo observo vacío y descubro algún zurcido, varios botones deshilachados y cierto matiz otoñal en el cuello y las mangas. Parece como si el abrigo hubiese muerto también. Eran inseparables. Jamás quiso desprenderse de él. Decía que de hacerlo sería como abandonar a un amigo. Que formaba parte de su vida desde que se lo entregó su padre antes de morir. Pero nunca contó más.

Registro los bolsillos para no dejar olvidado nada de valor. Recuerdo la cantidad de veces que de su interior sacaba cosas para mí. Entonces, en una costura del forro de seda beis encuentro una abertura. De dentro, extraigo la respuesta al misterio que mantuvo oculto durante tanto tiempo: un ajado y sucio pedazo de paño, y cosida sobre él una estrella amarilla.

22 Responses

  1. María Jesús Briones Arreba

    El abrigo marrón, compañero de una vida, será también el compañero de su muerte. Sólo él escondía el secreto de antaño, que le ha llevado a la realidad actual del suicidio.
    Narrado desde la sensorialidad y la nostalgia, el relato se ve, se huele y conmociona.
    Saludos cordiales.

  2. Milagros Sánchez

    Un magnífico texto donde el simbolismo nazi relacionado con los judíos, forma parte del secreto mejor guardado por el abuelo y que está ingeniosamente unido al abrigo, principal protagonista de esta historia tan bien escrita en tono beis, como su forro.
    Saludos y suerte, Javier.

  3. Ángel Saiz Mora

    Una prenda convertida en una segunda piel, a la que su dueño se aferra, porque esconde su verdadera identidad que, sin embargo, mantiene oculta. Es esa dicotomía y contradicción: mantenerse fiel a sus orígenes y al mismo tiempo ocultarlo, como si fuese algo vergonzante, lo que hace que la existencia del protagonista se convierta en un infierno constante, del que se libera por el camino más drástico.
    Una buena historia sobre las personas, sus circunstancias y sentimientos y los objetos a los que se aferran y, a la postre, les sobreviven.
    Un abrazo grande, Javier. Suerte.

  4. Una historia bonita y, sabes qué haría yo con ese abrigo? Ponérmelo y meter dentro, en ese bolsillo escondido mi propio secreto al lado del suyo, aunque no se parezcan, aunque sean dispares. Solo para que mi abuelo supiera que lo quería por como era él conmigo, independientemente de sus creencias y sus secretos.
    Me ha gustado tu historia.
    Felicidades.
    Feliz tarde.

  5. Un relato brutal. Tus palabras certeras van tejiendo una historia dura con hilos de ternura y de cariño hacia la figura del abuelo. Poco a poco, nos llevas hasta la última línea en la que nos descubres el gran secreto que encierra su inseparable abrigo.
    Excelente historia narrada con belleza y maestría. Me has emocionado y mucho.
    ¡Enhorabuena, Javier! Te deseo muchísima suerte. Lo mereces.
    Besos muy muy apretados.

  6. De nuevo un relato con una temática de lo más oscura pero explicada con tal belleza que no te deja tampoco indiferente. Enhorabuena, me ha gustado mucho. Me ha recordado a una película que vi no hace mucho, «Remember», titulada en castellano como «Recuerdos secretos», te la recomiendo. Mucha suerte y un abrazo.

  7. El abrigo que el abuelo heredó de su padre y del que nunca se separó esconde un pasado doloroso: la estrella judía con la que los nazis marcaban las prendas de sus víctimas.
    Un relato triste, trágico y muy bien contado hasta el descubrimiento final, Javier.
    Suerte y besos.

  8. Una historia narrada con maestría, en la que, a través de una prenda como es el abrigo, resumes toda una vida, con sus secuelas e intrigas. Nada fácil y, sin embargo, haces que todo fluya como un río, hasta cerrar el texto.

    Enhorabuena, Javier.

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