04. OBSERVADORES (Ángel Saiz Mora) -Fuera de concurso-
Las criaturas, ya de por sí bastante inquietas, vivían presas de un desasosiego añadido desde varias semanas atrás. Las consultas psiquiátricas estaban llenas de pacientes con manía persecutoria. A lo largo del mundo proliferaban casos de individuos que creían estar vigilados, una sensación que no dejó de extenderse, mientras sus especialistas intentaban ofrecer todo tipo de hipótesis. Estas reacciones colectivas confirmaban la gran inteligencia de los organismos bajo examen, que de alguna manera intuían que eran investigados.
Quienes los estudiaban en secreto, a gran distancia, habían sobrevivido gracias a su capacidad para aprender de otros seres, como también por ser capaces de solucionar cualquier problema, incluso antes de que se produjese. Habían deducido que los objetos de su análisis eran capaces de evolucionar y de grandes avances, pero también constituían una enorme amenaza en potencia. Concluyeron que no merecía la pena utilizar tiempo y energía para eliminarlos de forma preventiva. La posibilidad de que esos especímenes tan belicosos se destruyesen a sí mismos era muy elevada.
Se comprometieron a regresar, pasado el tiempo, al hermoso planeta azul, que repetiría el milagro de la vida. Tal vez, tras un nuevo comienzo, todo fuese distinto.
A través de esta estupenda historia de carácter reflexivo y valiéndote del género de ciencia ficción, nos planteas una interesante especulación sobre la actitud violenta de la especie humana desde el inicio de los tiempos, que como bien concluyen, estos Observadores o Creadores de nuestra especie, en lugar de destruirnos, toman la decisión de dejarnos a nuestro libre albedrío para no perder más tiempo y energía, ya que todo apunta a que seremos nosotros, quienes pongamos fin a nuestra espoecie.
Me ha encantado tu gran llamada de atención a nuestro deshumanizado comportamiento, compañero y amigo Ángel S. M.
Lamentablemente si no cambiamos el rumbo y no somos conscientes del abismo al que nos dirigimos como auténticos autómatas, este planeta va a ser difícil que nos soporte por otros muchos siglos más.
Un beso.
Una civilización que nos observase desde fuera se daría cuenta enseguida, por poco inteligentes que fuesen, de que tenemos muchas papeletas para terminar de la peor manera, para ser un intento fallido de civilización y de raza.
El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, queremos apelar a lo primero, cuando tantas veces vemos cómo lo segundo, a través de muchas manifestaciones distintas, no deja de imponerse. Quizá algún día aprendamos a vivir y a prosperar en eso que llaman paz, armonía y equilibrio.
Muchas gracias por tu lectura y atinada interpretación, Milagros.
Un beso
Qué grandes son los relatos que emocionan y te hacen pensar… Nuestro planeta azul, tan vinculado y dependiente del agua, tan repleto de humanos, parece irse a la mierda sin que a nadie le importe mucho.
Magnifica redacción y primoroso vocabulario para un micro estratosferico.
Suerte, amigo!
Abrazos
Un tema ya clásico en la literatura de ciencia ficción. Esos seres inteligentes que nos observan desde fuera y a los que no damos precisamente buena impresión. Un relato que aúna precisión narrativa con reflexión humanista. Enseñar deleitando, que se decía antaño.
A esos seres inteligentes y externos a nuestro planeta muchas veces los imaginamos hostiles, una amenaza, pero eso solo es una hipótesis, producto de nuestra imaginación. Que somos dañinos, también hacia nosotros mismos, es una triste realidad.
Muchas gracias por leer y comentar, Antonio
Un abrazo
¡Bravo Ángel! Mi género favorito, así como en el cine, y hasta en los sueños. Y como siempre me sigues sorprendiendo con tus increíbles relatos, no puede estar mejor narrado. Un gran abrazo desde Amán. Antonio
A mí también me gusta mucho la Ciencia Ficción. Desconocemos cómo será el futuro, suponiendo que haya uno para nuestra especie. Dónde no llega el conocimiento se puede suplir con imaginación. Esperemos que el día de mañana sea algo más halagüeño, por el bien de las generaciones venideras.
Muchas gracias, Antonio. Que seas todo lo feliz que puedas en el reino jordano.
Un abrazo
Vana esperanza, creo yo, la de los observadores de tu hermoso relato, Ángel. Nuestra historia nos demuestra, tozudamente, que no aprendemos gran cosa de nuestros errores.Un abrazo y mucha suerte, amigo.
La célebre frase que dice que «quien no conoce la Historia está condenado a repetirla», como bien señalas, es nuestra asignatura siempre pendiente. El no aprender de los errores pasados solo puede traer, como así sucede, malas consecuencias.
Muchas gracias y un abrazo, Puri
Tienes razón en tu relato, Ángel. Somos tan poco inteligentes que nunca aprendemos de la Historia por mucho que se repita una y otra vez.
Al final tus observadores se van a librar del trabajo de acabar con nosotros.
No nos hace falta la ayuda externa.
Muy buen micro y profunda reflexión, Ángel.
Enhorabuena.
No hay conducta más necia que la de quien hace caso omiso de lo aprendido. Sabemos de sobra cómo somos y cuáles son los aspectos que tenemos que mejorar, pero no lo hacemos, llevados por una inercia que solo conduce al peor de los desenlaces.
Muchas gracias por leer y por tus palabras, Gloria.
Un abrazo
Que relato más hermoso y a la vez,escalofriante.La realidad supera la ficción plasmada por éste excelente escritor.
Como bien dices, la realidad supera la ficción con creces. A menudo somos conscientes de que nos dirijimos directos al abismo, sin que tomemos, inexplicablemente, medidas para paliarlo.
Me alegro de que te guste y agradezco tus palabras, Olga.
Un saludo
Hola, tocayo.
Me gusta mucho esta relato de ficción que te has marcado, aunque puede que no tenga tanto de ficticio y que se parezca a la realidad más de lo que pensamos.
Una cosa tengo clara, que no estamos solos en el universo, pues menuda cantidad de espacio desaprovechado, jajaja.
Lo que reflejas muy bien es lo absurdo del comportamiento humano y la barbaridad que estamos cometiendo cargándonos el mundo tan maravilloso que tenemos. Si, como creo, hay inteligencias superiores observándonos tienen que estar flipando con nosotros.
Un fuerte abrazo y mucha suerte.
Has puesto el acento en la esencia de este relato, al dejar de manifiesto que no hay que buscar enemigos externos con malas intenciones y mayor poder, dispuestos a aniquilarnos, porque el mal está dentro y es endémico, propio del ser humano, capaz de negar la realidad con tal de continuar, cada uno, con su vida, por mal dirigida que esté, esclavizados a causa de una mirada cortoplacista. Como muy bien apuntas, con fino humor, además, aunque solo sea por cálculo de probabilidades hay muchas opciones para decir que otras civilizaciones nos observan, además del impacto y la perplejidad que les causaríamos.
Muchas gracias, tocayo.
Otro abrazo grande
Qué grandes son los relatos que emocionan y te hacen pensar… Nuestro planeta azul, tan vinculado y dependiente del agua, tan repleto de humanos, parece irse a la mierda sin que a nadie le importe mucho.
Magnifica redacción y primoroso vocabulario para un micro estratosferico.
Suerte, amigo!
Abrazos
Estoy de acuerdo contigo en dos cosas: La primera, que, por desgracia, es verdad que el mundo parece que se va al garete y a nadie le importa; la segunda, que hay grandes relatos que emocionan, como los que tú escribes, Salva.
Ahí va un abrazo, grande también
¡Este planeta azul! Quizás cuando vuelvan ya no tenga ese color, quizás las aguas de los mares y océanos no muestren el azul por tanto vertido descontrolado.
Qué pena.
Me encanta la ciencia ficción, pero esto ya se está pareciendo a la realidad.
Un abrazo y mucha suerte.
Ese planeta azul que nos alberga y no nos merecemos, puede perder ese color tan hermoso y lleno de vida a causa de nuestra mala cabeza. Arrojar piedras contra el propio tejado se le llama a eso y no parece que escarmentemos. Quizá no seamos esa raza tan inteligente que creemos ser. Esperemos, no obstante, que ese futuro apocalíptico, con visos que ya se ven en el presente, pueda tener marcha atrás.
Muchas gracias, Virtudes.
Un abrazo
Orvell está de plena actualidad. Esa es mi impresión después de leer tu relato, que me ha puesto los pelos de punta. «1984», ya lo advirtió.
Esos seres observadores que inteligentemente describes están al acecho, limitando nuestra libertad, en los 2000, bajo las imágenes de móviles y redes sociales convirtiéndonos en una sociedad de grandes hermanos.
Un afectuoso saludo
Los peores augurios que la imaginación creó parecen cada vez más cercanos a cumplirse. Quienes nos observen serán testigos de la conducta más irracional que se puede concebir. Poco parece importar la vigilancia o tutela que tengamos sobre nosotros, cuando nos obstinamos en un modo de proceder destructivo. Solo queda confiar en que, a pesar de todo, podamos llegar a cambiar.
Muchas gracias, María Jesús
Un saludo afectuoso
Parece que la ciencia ficción se vuelve a poner de moda en este mundo en crisis. Quizás es la forma en que nos explicamos el presente y nos adelantamos al futuro. Los humanos somos los culpables de la desaparición de muchas especies, pero parece que caminamos hacia la nuestra. Me gusta mucho tu micro y el haber coincidido en el género. Un abrazo.
Tener poder y capacidad para cambiarlo todo, para modificar cuanto existe, debe ir acompañado de una alta dosis de responsabilidad que, por desgracia, brilla por su ausencia. Tanta inteligencia mal dirigida no puede conducir a nada bueno. Tenemos la obligación y la necesidad de reconducir ese camino errático.
A mí también me alegra coincidir contigo, a ver si se me pega algo.
Muchas gracias y un abrazo, Paloma
Se dice que quien observa desde afuera, ve las cosas con más objetividad, y en este caso parece ser muy cierto. Observadores, Watchers y/o «Alienígenas ancestrales», como se los ha dado a conocer en el programa homónimo del History Channel, les sobra sagacidad para saber lo que tanto se nos ha repetido a nosotros los humanos y, pese a ello, no hemos internalizado: «Quienes no aprenden de su pasado, están condenados a repetirlo», y por lo que se ve en la realidad y se lee en tu «micro de otro mundo», ÁNGEL querido, seguimos condenados a repetir los mismos errores por no saber ni querer aprender a rectificarlos, a cambiarlos, a cambiar nosotros como especie. Lo bueno de todo esto es que no todos los humanos son iguales y que muchos ponen su granito de arena para concientizar al resto y aprender a rectificar… el tuyo, en éste caso, es literario.
Siempre es un placer leerte y aprender de vos.
Cariños,
Mariángeles
Los seres humanos son capaces de lo mejor y de lo peor. Hemos de confiar en que al final la racionalidad se imponga frente a tanto proceder arbitrario y, analizando racionalmente la situación, seamos, como bien dices, capaces de aprender a rectificar lo que se está haciendo mal, la supervivencia está en juego. Unos observadores externos e inteligentes se darían cuenta de ello al momento; nosotros, demasiado inmersos en el mundillo que hemos creado, preferimos mirar hacia otra parte, no pensar, como si con ello se pudiese eludir lo que se nos viene encima.
Agradezco mucho tu lectura, todo lo que aportas con tu comentario y tus amables palabras. Soy yo quien aprende de ti.
Muchas gracias y un abrazo, Mariángeles
Un relato de cómo acabaremos destrozándonos, con una narrativa impecable como es costumbre en tus escritos. Me ha encantado Ángel. Un abrazo
Esperemos que los peores vaticinios no se lleguen a cumplir nunca, que antes hallemos la clave que nos haga dar marcha atrás, antes de que sea demasiado tarde.
Muchas gracias, Pablo
Un abrazo
Te mueves en tu relato en el género de la ciencia ficción de corte humanista, al estilo de Ray Bradbury.
Los seres humanos están condenados a la autodestrucción. Así lo comprenden los extraterrestres que los investigan (muy acertado el punto de vista de la narración y el título, «Observadores»). Y es que la especie más depredadora de la Tierra es belicosa por naturaleza, aunque sea capaz también de lo más sublime. De hecho es probable que acabe con el propio planeta azul.
Los humanos nos movemos por instintos primarios y egoístas, sin pensar que este suelo no nos pertenece, porque lo compartimos con otros seres y porque será el hogar de quienes nos sucedan.
Un hermoso relato, exquisitamente narrado, y una profunda reflexión sobre el futuro de la Humanidad. Me ha encantado, Ángel. Un abrazo.
Ya me gustaría parecerme un poco, aunque solo fuese de lejos, al maestro Bradbury. Por desgracia, si esos observadores existen y nos vigilan, pronto llegarán a la conclusión de que no tenemos remedio, a la que parecemos abocados. Eso de ser los reyes de la Creación se nos ha subido a la cabeza. El afán por dominar, por depredar, ese egoísmo que tan bien señalas, puede acabar siendo nuestro fin. No hace falta enemigos externos, ya lo somos nosotros mismos. Entre el extremo belicoso y el sublime, que ambos forman parte de nuestra naturaleza, tendríamos que tener un término medio, el sentido común suficiente para enderezar ese camino errático y hacia ninguna parte que parece que llevamos.
Muchas gracias por tu atenta lectura y tu elaborado comentario.
Un abrazo, Carmen
Hola Ángel, esperemos que tu relato no resulte premonitorio y no demos lugar a que los observadores lleven razón. Ojalá no haya que volver a iniciar la vida y sobrevivamos a ese futuro que auguras.
Como siempre un placer leerte.
Abrazos
Esperemos que así sea, aunque mal vamos si seguimos como hasta ahora, siendo tan cortos de miras, fijándonos solo en el beneficio egoísta y a corto plazo.
El placer para mi es que me leas, como también disfrutar de tus letras.
Muchas gracias, Asunción
Abrazos
Has puesto el acento en el punto álgido que tiene nuestra extraña raza, Ángel, y has dado voz a tantos pensamientos en torno a nuestra propia condición. El problema es que ya comienza a ser difícil escribir ciencia ficción porque parece peligrosamente realista y cercana. Siempre he pensado que todas esas películas futuristas, todos esos libros de CiFi, todas las profecías visionarias, están ahí por algo. Tantos pensamientos sobre un mismo tema acaban por emitir una frecuencia, una energía, como una especie de radio, que nos rodea y, quizá, nos aboca a esa misma visión que contemplamos. Un pensamiento, una idea, es el primer paso de la materialización. La esperanza, sin embargo, está ahí, al final de tu texto, pero es una esperanza agridulce, algo así como el ave Fénix que nace de las cenizas, de las ruinas inevitables, esperemos y visualicemos que antes de llegar a ese punto, sea posible darse cuenta. Yo aún creo en ello.
Un abrazo, compañero.
Es muy interesante todo lo que planteas, como también muy cierto. Si seguimos la trayectoria del ser humano, belicosa y egoísta, hay pocas esperanzas de que ese futuro negro, o más bien, ese no futuro, deje de cumplirse. Yo también quiero ser optimista, qué otro consuelo nos queda. Bien dirigidos y todos a una, los seres humanos son capaces de cuanto se propongan, no parecen tener límites. El mal está en nosotros mismos. Confiemos en que esas ruinas sean evitables. Si la imaginación crea futuros distópicos, mundos indeseables, esforcémonos porque sean todo lo contrario, utópicos y cercanos a la perfección, en la imaginación y en la realidad.
Muchas gracias, Manoli.
Otro abrazo para ti
Dejas claro que esos observadores no son nuestros benefactores, sino que nos estudian por su propio interés. De hecho no parece importarles el mal que nos produce el sentirnos bajo su mirada. Supongo que algo parecido pasará en un hormiguero, por ejemplo, ante la presencia del equipo científico de turno que lo esté investigando. No sé si esa situación guarda alguna relación con el principio de incertidumbre. Me gusta mucho esta incursión tuya en el mundo de la ciencia ficción. Logras poner al lector en una doble perspectiva, la de ver al ser humano con los ojos de esa cultura más avanzada que nos analiza, y al mismo tiempo la de observarlos a ellos mientras lo hacen. Nada puedo agregar que no te hayan dicho ya en relación con el gran acierto de tu planteamiento y de lo clarividente que resulta la historia. Pero sí decirte que, aparte de disfrutar leyendo tus excelentes relatos, el leer tus comentarios es siempre un placer añadido. Enhorabuena por todo, maestro Ángel, y mucha suerte con estos inquietantes Observadores. Un fuerte abrazo.
Has visto muy bien que estos observadores externos no actúan por curiosidad ni por altruismo, sino por propia conveniencia; han llegado a su alto nivel de civilización porque, lo primero, no parecen tan autodestructivos como nosotros y, también, porque saben adelantarse a las posibles amenazas, eliminándolas de raíz, antes de que les causen problemas.
Puede que la realidad solo sea una, pero tiene múltiples vertientes y puntos de vista. Estaría bien entenderse con una raza de otro mundo, aunque antes deberíamos ser capaces de entendernos entre nosotros.
Yo siempre espero como un regalo tus relatos, porque sé muy bien que todos y cada uno de ellos son para no perdérselos.
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Enrique
Un abrazo fuerte
Hola. Cuántas respuestas, pardiez. Lo siento, no las he leído todas. Muy pocas, realmente.
Pero es que a mí no me da la impresión de que sea ciencia-ficción, sino de algo muy real. Y tampoco me parece que se trate de que nadie nos observe desde fuera, sino más bien desde dentro.
No sé, a lo mejor es que he entendido mal tu texto. Cortito que es uno, ya ves. Pero yo me pregunto:
¿Habéis visto ese anuncio donde la gente le habla a los enchufes de su casa? ¿y no os habéis preguntado el motivo? – fue hace meses (lo siento, apenas veo la TV)
¿No sabéis de cierta marca de electrodomésticos que recomienda no hablar de según qué temas cerca de ciertos equipos (lo siento, no recuerdo cuáles, de audio creo)?
¿No os ha pasado estar hablando con alguien y recibir, así de pronto, publicidad en el móvil de eso mismo que estabais hablando? ¡qué casualidad!
El mío no está conectado a nada, deliberadamente, y aún así me llegó un mensaje donde ‘no sé bien quién’ me pedía que hiciera una reseña de un restaurante por delante del cual paso a diario, y que les confirmara si la oficina de correos (voy todos los días) tiene aparcamiento.
Del mail ya mejor no hablamos, pero claro, como resulta que ninguno tenemos nada que ocultar… pues hala, que nos espíen, que hay confianza…
¿Privacidad? ¿Protección de datos? Que venga Dios y lo vea. O los marcianitos esos que, lo siento chico, pero a mí me parece que no son tales y los tenemos más cerca de lo que pensamos.
Un abrazo, mottruo. Ya veo que tampoco tú bajas la guardia.
Seguro que conoces esa frase célebre del poeta Paul Éluard: «Hay otros mundos, pero están en este». Realmente ya lo tenemos todo en este planeta, incluso dentro de nosotros mismos, podría decirse que cada una de nuestras células es parte de ese vasto universo en el que está todo contenido. La Ciencia Ficción deja de serlo cuando se convierte en realidad. Julio Verne imaginó un viaje a la Luna, como también inventos como el fax, ambas cosas ya superadas. La idea de que la privacidad no existe, de que alguien nos observa con un determinado fin es algo cada vez más presente en nuestras vidas, tan tecnológicas, nos guste o no. Mi móvil, sin que yo le haya dicho nada, me dice, poco antes de ir a trabajar, el tráfico que hay en ese momento y lo que puedo tardar, sin que yo haya hecho nada para que eso suceda. Que una civilización extraterrestre puede observarnos es una hipótesis posible y a considerar, con todos los planetas que existen; que hoy día estamos cada vez más controlados es una realidad. Siempre habrá alguien interesado en observarnos, con unos intereses determinados.
Agradezco tu lectura y tu comentario, J. Ignacio.
Otro abrazo para ti
Hola, Ángel, muy interesante tu relato para la reflexión. No sé si nos estarán observando, igual era la manera de que hiciéramos las cosas mejor. Como los niños pequeños que dejan de hacer la trastada cuando les miran. Con el resultado tan pobre que están dando las dichosas y variadas Cumbres… el futuro no es muy alentador, la verdad. Si están por ahí fuera esos observadores, sería bueno que interviniesen, pero como planteas en el micro, preferirán esperar a que todo se vaya al garete. No les vamos a pedir que sean sensibles y «humanos» cuando nosotros cada vez lo somos menos. Suerte, y mis mejores deseos para los días que se acercan y el 2020. Un abrazo.
Creo que el sentir general en la mayoría de nosotros es el pesimismo. Se supone que estamos en una permanente evolución, es decir, cada vez mejor, pero en los últimos tiempos eso no es visible y, lo que es peor, hay auténticos retrocesos respecto a ponerse de acuerdo, a cambios políticos o a actuar según una perspectiva a medio y largo plazo beneficiosa para la mayoría. Estos extraterrestres demuestran ser inteligentes, prefieren esperar que molestarse en borrarnos como la amenaza que podemos llegar a ser, porque ya nos encargaremos nosotros mismos. Esperemos que, pese a todo, podamos salir adelante.
Mil gracias por tu comentario, Juana. Yo también te deseo lo mejor en estos días y en el próximo año, extensivo a ese señor tan majete que te acompaña.
Abrazos