07. Lluvia
Ese día se levantó rara, pero pronto se dio cuenta de que estaba lloviéndole por dentro. El granizo le estaba destrozando el intestino y los rayos le partían el corazón. Rauda, revolvió el armario. Se puso el anorak de montaña (el de senderismo), el poncho y el cortavientos. Se subió el pantalón impermeable (el de la nieve) y se encasquetó el casco visera de esquí. El aguacero no tenía pinta de escampar.
Enojada, y con el paraguas en una mano, fue hasta el baño. Se embutió el albornoz como pudo y se sentó en el váter a la espera de que amainara. Sintió cómo el agua calaba sus huesos, anegaba sus órganos y se diluía en su sangre.
La lluvia brotó de sus ojos. Lentamente, comenzó a desvestirse. Primero el albornoz. Después se despojó del cortavientos, el poncho y el anorak de montaña (el de senderismo). Luego, el pantalón impermeable (el de la nieve) y, por último, se desprendió del casco visera de esquí.
Cuando estuvo completamente desnuda, dejó que la lluvia empapara todos y cada uno de los poros de su piel hasta convertirse en una gota más, tan intensa y azul como el color de sus ojos.
El agua que limpia, tanto por dentro como por fuera. Así somos, llorando limpiamos el alma. Muy bonito. Un saludo
Creo que tu protagonista quiere, y no puede, escapar, protegerse de una lluvia que la atormenta.
Un desasosegante relato. Suerte Laura!