452. LA PARTIDA, de Cima
Aquí hay un claro, venir a verlo. Todos acudieron al reclamo y comprobaron, efectivamente, que había una pequeña abertura entre los inmensos monumentos que formaban el paisaje.
Cuando cenaron decidieron irse a dormir pronto y hacer una excursión por el bosque al día siguiente.
Unos gritos despertaron al grupo. Uno de ellos los estaba llamando con la cara desencajada. Conforme acudían les iba enseñando el motivo del alboroto. Sorprendentemente, el paisaje había cambiado.
Totalmente atónitos, decidieron salir a investigar. Dando una vuelta se dieron cuenta de que los árboles habían cambiado de sitio. Resolvieron subir a una cima cercana para tener una mejor visión del conjunto.
Cuando llegaron a la cumbre y miraron hacia abajo contemplaron una vista magnífica formada por el bosque frondoso y el riachuelo que lo atravesaba. No vieron nada extraño, pero de repente uno de ellos gritó: mirar, allí, mientras con el brazo extendido señalaba hacia abajo, donde un árbol estaba avanzando unos metros.
De repente uno gritó: Ya lo tengo. Y apresuradamente les explicó al resto que lo que estaban viendo no eran movimientos aleatorios, hipótesis reforzada con un dibujo que estaba realizando en el suelo, sino que estaban observando una partida de ajedrez.