51. El don de la belleza (Alberto Jesús Vargas)
El cielo le otorgó el privilegio de la alcurnia, pero le negó por completo el don de la belleza. Criada con atenciones de hija única, sus padres la protegieron de la burla de otras niñas dándole una educación solitaria con los profesores más notables. Desarrolló así un espíritu sensible unido a un gusto exquisito por el arte y cuando heredó fortuna y títulos, tuvo el capricho de ser plasmada con la hermosura de la que carecía, por un pintor de talento que se ganaba a duras penas la vida en el bulevar de los bohemios.
En los días de posado, el trato entre ambos se fue haciendo afable y mientras ella compartía confidencias, él transformaba con hábil pincelada un cabello sin gracia, en ondulada melena, unos ojos hundidos y mínimos, en luminosa mirada y hasta una tez cetrina de pómulos marcados, en tersas mejillas de porcelana fina.
Cuando el retrato estuvo acabado, la dama deslumbrada lloró ante él la amarga soledad de sus noches mientras el artista, que había salvado la verdad de aquel rosto en otro lienzo pintado en la intimidad de su buhardilla, lloraba su impotencia de pobre diablo que nunca podría aspirar al amor de la marquesa.
Tiene su encanto Alberto, un tipo de la bestia y el bestia,sensibles ambos.Tiene delicadeza el relato.
Muchas gracias, Angel José. Es una historia de amor de otra época. Espero haber sido capaz de reflejar eso en el relato. Un cordial saludo.
Lo de que la belleza está en el interior no es solo una frase hecha. El envoltorio que a cada uno nos ha tocado en suerte no es más que una cuestión de azar, que el tiempo terminará por deteriorar, pero a lo que damos excesiva importancia.
Estos dos personajes, singulares y sensibles, saben ver más allá, son capaces de superar la esclavitud de ese caparazón externo que tanto condiciona. Eso es un don que pocos poseen. Pero si no es un impedimento es otro cuando las cosas están por torcerse, porque los condicionantes también vienen impuestos por los estamentos sociales, que no permiten que una clase se una con otra diferente.
De una forma o de otra, están condenados a una soledad injusta, a no convertirse en uno, como sería natural.
El relato de un desencuentro inevitable, o de una felicidad imposible, más triste aún porque se siente cerca, incluso, realizable, pero no se puede disfrutar.
Una historia muy original y contada con gran esmero, con la belleza verdadera como si fuese un personaje más.
Siempre es un placer leerte, Alberto.
Nos vemos pronto.
Ahí va un abrazo. Suerte
Interesante y grato siempre tu oportuno comentario, amigo Ángel. Un abrazo.
Qué buen relato, Alberto! Enhorabuena.
Me alegra mucho que te haya gustado, Marian. Gracias por tu comentario.
Lo que más me gusta es el tono, impregnas de verosimilitud a estos dos infelices y a su historia. Enhorabuena, Alberto!
Como decía más arriba, he intentado escribir una historia de otro tiempo, de una época romántica con un tono que se adecúe a los personajes y sus circunstancias.Gracias por tu comentario, Paloma.
El artista veía en su modelo al amor de su vida, y dio vida a ambas.
Es lo que me ha transmitido tu tierno relato, Alberto.
Saludos
Hay un juego entre la belleza que salta a la vista y la belleza que enamora, que no tienen por qué coincidir. Agradezco tu comentario, María Jesús. Un cariñoso saludo.
Qué bien lo haces, Alberto. Me has ido enganchando con el uso del lenguaje, la dosificación de los detalles… La belleza está en los ojos del que mira. Qué gran verdad. Suerte con él.
Besosss.
Tú si que eres artista, niña (te lo digo con mi mejor acento andaluz) y precisamente por eso, porque sé que tienes talento, agradezco mucho tu comentario. Un beso.
Una tierna historia de amores solitarios e imposibles, mezclados con belleza, que se plasma o que va por dentro. Genial relato, Alberto. Suerte
Dos personajes infelices e incapaces de vencer la barrera invisible de los prejuicios. Gracias por tu comentario, Pablo.