102. DEL OTRO LADO (Toribios)
Casi todas las noches se le aparecía cuando lo tangible hace equilibrios en la cuerda floja del sueño. Iba muy elegante, con un traje de chaqueta claro. Azul algunas veces, de ese transparente de las mañanas de primavera; otras blanco, con la textura algodonosa de las nubes. Su rostro era el más dulce que nadie pueda imaginar, y de sus ojos grandes emanaba el cariño más puro. En el hospicio, Juan no estaba sobrado, y la presencia de la “señora”, como la llamaba en su interior, llenaba en parte el hueco de una madre. Nunca confió a nadie su secreto, como temiendo que ella no volviera.
Cumplió la edad y salió Juan al siglo, y en medio del tráfago siguió teniendo el oasis de esa presencia. Tras mucha soledad, encontró el muchacho una mujer a la que quiso, se abrió camino y tuvo hijos. Pero siguió guardando para sí el secreto de su gozo más íntimo.
Llegó Juan a esa edad en que todo se atenúa, y la dueña secreta de su alma dejó de visitarle por un tiempo. Llegó justo para cerrar sus ojos, que miraban sin ver.
El secreto nunca desvelado de un huérfano sobre su madre. Buena propuesta, Antonio. Un abrazo y suerte.
Gracias, Pablo.
“Madre no hay más que una” –dice el refrán-, si ésta no existe, se hace necesario inventársela –me permito añadir-. Tu protagonista está convencido de una presencia mágica con instinto maternal que le animó en los peores momentos, en quien no dejó de creer incluso cuando logró salir adelante y formar una familia a pesar de tener tantas cosas en contra y ningún apoyo salvo, si acaso, el de esta figura, real o no.
“Esa edad en la que todo se atenúa” se refiere a una en la que las creencias, si alguna vez existieron, se tambalean y todo es cuestionado, algo por lo que, creo, antes o después, todos pasamos, pero Juan tuvo el privilegio de que quien tanto le marcó en vida, cuando ésta finalizó, viniera para guiarle también en el camino al “otro lado”, del que ella procedía, con ese cierre de ojos simbólico en su cuerpo inerte.
Fantasía o realidad, para él fue auténtica y le ayudó a sobrevivir, también a sobrellevar mejor ese momento tan temible e inexorable en que la vida conocida se extingue.
Un relato lleno de sensibilidad, un homenaje a la maternidad, como elemento primordial en todo ser humano.
Un abrazo y suerte, Antonio
Un amplio y pormenorizado comentario. Muchas gracias, Ángel.