11. Herencias
Mi afición a la entomología proviene de mi abuelo. Él era un gran coleccionista de insectos. Bueno, y de todo. Apenas fui dos veces a su casa porque vivía solo en el pueblo. A mamá no le gustaba que le visitáramos y a él tampoco. Ella estaba empeñada en llamar a un camión que se llevara todas sus colecciones y él la amenazaba con un cuchillo y gritaba que le dejáramos morir en paz. Al final fueron unos vecinos y la guardia civil los que consiguieron desalojar todas sus cosas, porque decían que estaba enfermo. Se le habían escapado algunos bichos. Incluso ratas. Creo que se le fue un poco de las manos lo del coleccionismo.
Por eso yo intentaba tener los míos controlados dentro del cajón y, si alguno se movía, echaba insecticida. Como en la escuela nos insistían en no maltratar a nadie, decidí no ser cruel y alimentarlos con sobras de comida. Crecieron y se multiplicaron. Mucho. Parecían felices y yo también lo era. Me sentía un dios.
Hasta que mi madre descubrió el origen de tantas moscas y cucarachas. Gritó, lloró y se desmayó. Entonces comprendí al abuelo. Y busqué un cuchillo para defender mi universo.
Como de costumbre, muy bueno.
Enhorabuena, Eva.
Muchas gracias.
Todo se hereda. Antes o después las cosas vuelven a salir, aunque no siempre es igual; a veces vuelve a repetirse lo mismo, pero con otros matices, quizá, como es el caso, de forma aún más radical.
A quienes les fascinan los insectos no entienden que otras personas los detesten, seguramente no sea posible un término medio entre unos y otros. Una cosa es hacer respetar y defender lo que se considera propio y otra llegar al extremo de tu protagonista, capaz de poner a quienes considera sus criaturas por encima de los seres humanos.
Un relato tan interesante como inquietante, en el que las prioridades juegan un gran papel, recrudecido al final para sorpresa del lector.
Un abrazo y suerte, Eva
Bueno, más que de fascinación por los insectos la cosa iba del síndrome de Diógenes, que es el ‘coleccionismo extremo’. A mi me fascinan los insectos, por cierto. Gracias Ángel
Una herencia que le transmite la afición y unos maléficos genes que le inyectan delirios y agresividad. Un relato muy original e inquietante. Un abrazo, Eva.
Gracias Salvador. Un abrazo.
Me gustó mucho, bastante.
Sonrisas mil
Manuela
Mil gracias y bastantes sonrisas para ti.
Tus relatos tienen un sello indiscutible de elegancia, expliques lo que expliques, y este es un gran ejemplo. Enhorabuena por un relato excelente y mucha suerte Eva. Besos.
Muchas gracias bea. No sé yo si esa elegancia consiste en usar eufemismos, jajjaj. Besos guapa.