98. Laberinto
Se detiene junto a una tienda buscando su propio reflejo en el escaparate. Quiere demostrar, no se sabe a quién, que no es ese sucio borracho que su mujer ha echado de casa y que, según ella, nada en su propio vómito. Sonríe victorioso cuando, tras entornar los ojos, atisba la imagen: una persona vestida de manera informal pero con pulcritud, con camiseta blanca y vaqueros, alguien digno. Al otro lado de la cristalera, el joven con vaqueros y camiseta blanca se repite a sí mismo que nunca caerá tan bajo como ese tipo ebrio de mirada vidriosa que apenas se sostiene en pie, que él lo puede dejar cuando quiera. Habitan un laberinto de espejos, contemplando reflejos de lo que quieren y no quieren ser pero sin reconocer la imagen auténtica. Excepto durante esos precarios momentos en que asoma la frialdad del vidrio de una botella o lo efímero del gozo que prometen unos polvos blancos en el bolsillo de los vaqueros.
«Laberinto» es la palabra que mejor puede definir la situación de tu protagonista, atrapado por sus adicciones, consciente de que debería abandonarlas, pero prefiere engañarse pensando que volverá a ser el de antes, alguien que no está atrapado en un maremágnum que no conduce a ningún sitio, salvo a su propia destrucción y al sufrimiento de quienes le conocen. Más que dejarlo cuando quiera, el problema es que, en el fondo, no quiere dejarlo. La botella y los polvos blancos son demasiado atractivos, aunque su efecto sea efímero y lo sepa.
Muy bien contado, Lluís.
Un abrazo y suerte
Ángel, gracias por tu comentario. En efecto, el primer paso para superar las adicciones es la aceptación. Por otro lado, hay adicciones menos dramáticas como la de escribir en ENTC 🙂 Un abrazo fuerte, amigo.
Qué maestría tienes escribiendo Lluís, y me gusta que tus personajes sean masculinos. Con la moda tendemos a caer en lo femenino. Mucha suerte con él! Besos, Bea.
Gracias Bea, eso de maestría abruma un poco, ¡qué responsabilidad!:) Interesante lo que comentas del género de los personajes pero ahora que lo dices no me extraña, como fui de los últimos y había ya tanto escrito intenté no repetir. Suerte para ti también, besos de vuelta.
Ese juego de buscarse en el espejo y ver solo lo que uno quiere ver es muy peligroso. Me gusta como lo narras y como pasas de un personaje a otro para descubrirnos que, en realidad, son solo dos momentos de un mismo problema.
Suerte y abrazos.