170. LAS OREJAS MÁS GRANDES DEL MUNDO, de Moral
Tenía las orejas más grandes que había visto en toda mi vida.
—¿Me estás mirando las orejas? —me preguntó sonriendo.
—¡No!… Si.
—Llaman la atención, ya lo sé. No me molesta que las miren.
—Perdone, pero son…
—¿Quieres tocarlas? A veces me lo piden. Puedes tocarlas si quieres.
—No… gracias. Me conformo con mirar.
—Lo digo porque mañana será tarde: me voy, vuelvo al bosque y no volveré hasta finales de otoño.
—Ya…
—Soy el escuchabosques. Solo paso el invierno en el pueblo.
—El escuchabosques… el escucha-bosques, el escuchador de bosques, el que escucha los…
—No sabes quién soy, ¿verdad?
—Pues claro… ¡No!
—Para que lo entiendas: soy como el forestal del sonido. Catalogo, clasifico y cuido los sonidos del bosque. Que todos se oigan, que no falte ninguno: el murmullo del agua, el canturreo y gorjeo de los pájaros, el aullido del lobo o el zorro, el gruñido del oso, el ulular del búho o el mochuelo, el chasquido de las hojas, el croar de las ranas, el berreo, los bramidos, relinchos, zumbidos, chirríos, graznidos, silbidos, mugidos,… Que todo se oiga donde, cuando y como tiene que oírse.
—Y ¿eso importa?
No me contestó, solo me miró con pena.
Pues me ha gustado como condensas los sonidos y la idea.Felicidades.
Me alegro, Antonia. Gracias. En los microrrelatos ese es el reto: condensar.
Saludos.