70. EL SOLTERÓN (Belén Sáenz)
Esas mujeres pasan todo el día limpiando nuestra porquería y cuando pueden apoyar la sien en la ventanilla del autobús caen rendidas. Dormitan con la boca abierta, el cuerpo torcido, relajadas las manos que aferraban el bolso.
Es entonces cuando les robo la cartera. Un frenazo, un leve roce y me apeo sin girarme a mirarlas.
Y no es por necesidad ni por morbo delictivo. La poca calderilla que tienen acaba en la palma de algún mendigo y la documentación en un buzón de correos. Mi botín son sus fotografías. Descartados los niños repeinados y los maridos velludos, el tesoro es Dulce María con cintas en su trenza morena ante el santuario de la Virgen de Guadalupe o Elisabeta con labios de carmín en la boda de su hermana. Imágenes desarraigadas de su juventud con los bordes doblados, con marcas de celo. De mujeres limpias y honestas. Buenas mujeres.
Diréis que soy mala persona, que ultrajo su alma además del sudor de su frente, pero si vierais la sonrisa de mi madre enferma cuando le muestro a la novia de turno y le prometo que pronto la traeré a merendar para que la conozca, no me juzgaríais tan duramente. No.
Me ha gustado mucho, Belén. Enhorabuena.
Muy bueno!!!
Gracias por venir a leer, Yolanda.
Muchas gracias por tu visita, Elena. Me alegra que te guste.
Para todo lo que se hace existe un motivo. A veces para lograr un bien hay que causar un mal, siendo entonces muy difícil el equilibrio entre el beneficio pretendido y los daños colaterales.
El fin justifica los medios, dicen, o quizá no. Tu protagonista tiene claros los perjuicios que causa, pero los da por buenos. Si esa madre enferma llegase a conocer todos los detalles no sonreiría tanto ante las fotografías, pero la realidad es la que es para quien solo aprecia una parte de la misma.
Una buena historia muy bien narrada.
Un abrazo, Belén. Suerte
Gracias por tus comentarios siempre certeros y tu visita, Ángel. Las personas somos complicadas y nuestras acciones siempre tienen repercusiones en unos u otros. A veces pensamos que una mentira piadosa es la solución sin pararnos a pensar en todo lo que conlleva. Un abrazo, amigo.
Apúntame, Belén, entre os seducidos por tu relato. Original y entrañable.
Enhorabuena.
Un beso.
Muchas gracias, Maestro. Qué alegría que te guste. Besos para ti también.
Menuda vuelta de tuerca. El perverso convertido en entrañable. De todos modos, qué disgusto para las pobres, aunque la madre se alegre. Desnudar a un santo (o santa) para vestir a otro… Un gran relato en frasco pequeño, como siempre. Suerte.
Hola, Antonio. Así parece ser la vida, las acciones tienen consecuencias y aunque la intención sea buena no siempre son justas ni legítimas y provocan daños a otros. Gracias por tu visita y suerte para ti también.
Supongo que nos pasa a la mayoría, que leemos el relato sin prestar mucha atención al título. En esta caso, al volver sobre él tras la lectura, este te golpea con su rotundidad de aumentativo, explicando de paso esa reprobable conducta del personaje a la que lo lleva su empedernida condición. Muy bueno, Belén. Mucha suerte con él. Un beso.
Gracias, Enrique. Tienes razón en que a veces pasamos por alto el título y no lo encajamos hasta la segunda lectura. Me alegra mucho tu visita. Besos para ti.
Me ha gustado mucho, Belén. Muy original y bien llevado.
¡Suerte!
Besosss
Gracias, me encanta que te guste. Un beso grande, Nuria, y suerte para ti también.