80. Corazón de rock´n roll (Marta Navarro)
Se llamaba Silvia y tenía una banda de rock. Los niños morían por sus huesos, las niñas imitaban con descaro su aspecto de gótica displicente −ojos ahumados, melena azabache, piercings y botas de soldado, calaveras y tachuelas…−, las madres maldecían impotentes tan temible y fatal influencia.
Su voz desgarrada, sus provocaciones de artista transgresora, la rebeldía que apenas disfrazaba la adolescente fragilidad que aún hería su mirada, la convirtieron en estrella de la noche a la mañana. Las radios repetían sus canciones sin cesar, reporteros sin escrúpulos la acosaban inclementes, sus conciertos agotaban en minutos el aforo…
Hasta que, de pronto, un día, la supernova implosionó. Desapareció. Sin rastro. Sin explicación. Abandonó los focos y nadie volvió jamás a saber de la cantante.
«Una carrera truncada, otro juguete roto…», se especuló durante meses. Pero nuevas chicas ocuparon su lugar y, poco a poco, el mundo la olvidó.
A salvo ahora, tantos años después, de aquel extravío, Silvia sueña a veces ese tiempo. Los recuerdos resquebrajan entonces su coraza, rasgan su antifaz de ejecutiva y dejan en su rostro un surco amargo de melancolía. Rehuyó la fama por ganar la vida. No se arrepiente. Pero a veces… algunas veces…
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
GREEN DAY – Boulevard of broken dreams
https://youtu.be/Dx1SPxGn-iU
Hola, Rafa. ¡Qué detalle! Muy acertada la canción que has elegido. Mil gracias.
Salvo alguna rara excepción, como los Rollings, que permanecen activos e incombustibles y, más increíble aún, razonablemente sanos, lo usual es que los integrantes de grupos musicales se escindan, sigan por su cuenta, o lo abandonen para siempre. A veces no son capaces de digerir esa fama repentina y muchas veces efímera, con nefastas consecuencias; otras, terminan por no ser ni la sombra de lo que fueron, sumergidos en el anonimato, en un olvido, a veces, doloroso.
Tu protagonista supo rehacer su vida. En su momento tomó una decisión sensata y prudente, pero siempre le quedará el resquemor, la duda de que habría ocurrido de haber intentado proseguir por la misma senda. Otra sensación agridulce que siempre la acompañará es la nostalgia.
Una crónica sobre el éxito inmediato y, sobre todo, el abanico que se abre después.
Un abrazo y suerte, Marta
¡Qué bien lo has contado, Ángel! La duda de lo que pudo haber sido, para bien o para mal… Muchísimas gracias por leer y comentar.