84 De experimentos y conclusiones
De puntillas, estiro los brazos todo lo que puedo y saco el plato del microondas donde puse la tableta de chocolate, sin el mecanismo de rotación. Pero, con el temblor de manos y de cuerpo, doy un traspiés y estropeo el experimento con el meñique derecho. La siguiente vez que lo intento, con otra tableta, estoy tan concentrado en ese dedo que meto el pulgar izquierdo. “¡Miércoles!”, refunfuño. Así no impresionaré a Marina para que estudie conmigo.
Mira que me pareció fácil el ejercicio cuando lo explicó la seño. Lo tengo todo apuntado en mi libreta: “Para calcular la velocidad de la luz, hay que poner la potencia del microondas a tope veinte segundos. Después solo hay que medir la distancia entre los puntos derretidos más alejados entre sí con la regla, multiplicarla por dos y luego por la frecuencia del microondas”.
Sin embargo, el aparato está demasiado alto para mí. Igual que Marina, que me saca un par de cabezas.
El corazón no sabe que aunque tanto se diga que el amor es ciego, en realidad todo cuenta, la estatura, por supuesto, también. Desconocemos si este muchacho empeñoso logrará su objetivo. Lo que tiene asegurado es una bronca en casa por dejar el microondas perdido.
Iniciativa no le falta y tesón tampoco. Marina debería considerar la posibilidad de estudiar con él, y hasta hacer con el chocolate lo que corresponde: merendar juntos. Todo es empezar.
Un relato muy simpático, con el mérito de hacer de las matemáticas, en apariencia tan frías, un elemento literario. No es menos digno de elogio utilizar un día de la semana como expresión de desahogo.
De verdad que le deseo suerte a este muchacho y a su bonita historia.
Un abrazo, Nuria
Lo que un curso parece inalcanzable, otro año no lo es tanto. Tanto en las mates como en la vida… jajaja
Gracias por pasarte, Ángel. 🙂
Un abrazo.
Hola, Nuria
Es un relato divertido y entrañable, está claro que lleva tu sello. Me ha gustado mucho.
¡Mucha suerte!
Muchas gracias, Aurora. Me encanta que te guste.
Un abrazo.
Felicidades Nuria
Me ha gustado mucho la historia y cómo lo has narrado
Suerte y un fuerte abrazo
Tan original, como siempre. Magnífico acercamiento al tema de la luz. Y un final redondo para rematar.
Muchas gracias, María. (Te quiero de jurado :-))
Besazo.
Hola, Nuria.
Creo que ese chaval apunta muy alto, ni más ni menos que dos cabezas por encima de la suya. Por lo menos al muchacho no le falta arrojo y decisión.
Para adquirir conocimiento nada como experimentar, además, experimentar el fracaso también es una gran forma de aprender, sobre todo si la lección que se aprende es a adquirir resiliencia.
Un cálido saludo, estimada amiga.
Muchas gracias por pasarte, Ángel. Siempre pensé que la resiliencia es la madre de la ciencia y no la paciencia, que no tiene ningún mérito. ?
Un abrazo fuerte para vosotros. Espero que estéis bien por ahí.
Besos.
Prueba y error, siempre. Suerte guapa!!!! Besicos.
Exacto!?
Gracias por pasarte.
Besosss