30. O SOLE MÍO (Rafa Olivares)
Ella siempre tuvo la ilusión de visitar Venecia. Navegar por sus canales disfrutando de la belleza de la ciudad e imaginando sus épocas de esplendor. Apreciar las impresionantes muestras de arte bizantino, gótico y barroco que pespuntan la ciudad. Hoy parece que verá realizados sus sueños. Dispuesta a disfrutar del tan ansiado paseo fluvial, alza la vista ávida de sensaciones. Pero en la orilla no divisa los nobles palacetes ni las majestuosas iglesias esperadas, ni siquiera algún león alado, emblema de la ciudad. Las aguas no pasan bajo puentes de piedra ni son las siempre alegres de Venecia, sino las de una mansa laguna, y la embarcación en nada se parece a las que tantas veces ha visto en imágenes de películas y tarjetas postales. Además, el silente remero ni canta canciones románticas ni viste fajín ni canotier ni pañuelo rojo al cuello. Una mezcla de confusión y curiosidad la anima a preguntarle:
–Disculpe, ¿es esto una góndola y usted gondolero?
–No, señorita. Esta es mi barca y me llamo Caronte.
Ohh, pobre chica. No se había dado cuenta de lo lejos que habían ido sus sueños. No me puedo imaginar la cara que pondría al oír esta sentencia de boca del supuesto barquero. Tal vez lo miró con incredulidad porque a veces, cuando anhelamos tanto una cosa, nada puede sacarnos de la ilusión, al menos hasta que nos zarandean. A tu protagonista el zarandeo le viene grande, creo.
Muy bueno tu relato, Rafa. Feliz tarde otoñal.
Sí, unas expectativas frustradas por cuanto el paseo con la barca de Caronte, más pronto o más tarde, todos lo tenemos asegurado, pero navegar por los canales de Venecia solo los afortunados.
Gracias, Mercedes.
Un beso.
Siempre que se pueda no hay que privarse de nada, excursiones incluidas, pues «cuando llegue el día del último viaje, y esté el partir la nave que nunca ha de tornar» (como dijo Machado), ya no habrá vuelta atrás ni un «ya lo haré alguna vez». No parece que el personaje mitológico de Caronte, que aparece en la Divina Comedia de Dante, autor italiano como Venecia, consuele mucho a tu protagonista, que se ha debido de llevar una sorpresa de muerte.
Un abrazo, Rafa. Suerte
Imagínate, de un paseo de placer para pudientes a otro low cost para todas las economías, le diferencia es notable.
Gracias, Ángel, por tus siempre acertados comentarios.
Un abrazo.
Vaya giro con chapuzón incluido, maestro. Me he quedado encogidita en la silla. Bravísimo!
Un chapuzón en agua helada.
Gracias, Belén.
Un beso.
El humor lúgubre siempre resulta un oxímoron de efectos contrastados y nos prepara para esa última singladura en la Estigia.
Los mejores deseos para mi querido heteróclito Juan.
¡Y ella que pensaba que cumplía su ilusión de visitar Venecia…! Qué humor macabro el del destino… ¡y encima, a costa de ella!
Aunque no sea oyendo «O Sole Mio» y sea con Caronte, en la Laguna Estigia, esperemos que la pobre disfrute del paseo fluvial…
Un micro espectacular, RAFA…
Cariños,
Mariángeles
Poco podrá disfrutar en esta singladura si la compara con la que siempre la ilusionaba. Esta era opcional, la otra inevitable.
Gracias, Mariángeles.
Cariños.
Siempre nos sorprendes, maestro Rafa con tus giros impensados. Menuda faena para la pobre turista. Un final trágico, nunca mejor dicho. Y el caso es que nadie quiere atravesar esa laguna, ni ir acompañado de ese barquero. ¡Por algo será!
Un viaje inevitable para el que no hace falta reservar billete. Celebro que te haya gustado, Gloria.
Un beso.