32. La rutina (Jerónimo Hernández de Castro)
Como cada jornada, el cálido amanecer naranja hizo visibles las almenas del castillo y el brillo de mármol de sus muros. Un giro repentino mostró la panorámica de torres esculpidas sobre la cordillera nevada, antes del picado vertiginoso hacia el precipicio. Cuando el impacto parecía inminente, la oquedad oculta entre riscos y plantas trepadoras le permitió adentrarse en la caverna que cubría un mar de aguas encrespadas cuyos habitantes, amparados por la arquitectura multicolor de los corales, le rodeaban sin inmutarse. El viaje continuaba, pero otro cambio de rumbo le condujo a través de un cráter hasta la luz cegadora del exterior, en una verticalidad trepidante acompañada de lava incandescente.
Y todo se esfumó. El leve desplazamiento del ratón en la alfombrilla había activado el fondo gris bajo los iconos desordenados de su escritorio, sumiéndolo de nuevo en una monotonía que ya solo atenúa su salvapantallas.
Las pantallas en general, y los ordenadores en particular, se han convertido en una ventana abierta al mundo. Teletrabajamos, escribimos, hacemos gestiones bancarias, reservamos entradas, compramos libros y hasta viajamos a través de hermosas imágenes, con la particularidad de que lo hacemos de la manera más cómoda posible, sin movernos del asiento. Las representaciones entran por los ojos, se instalan en el cerebro y crean fantasías de las que nos creemos protagonistas. Pero todo tiene un final y las ilusiones ópticas no tardan en marcharse igual que llegaron, como un espejismo engañoso. Basta un «leve desplazamiento del ratón» para que hace que el velo caiga y todo se esfume, dando lugar a esa monotonía que impera en nuestra vida, a la dictadura de la rutina diaria, con cambios tan leves que no somos capaces de apreciarlos, todo dominado bajo un tono más bien gris, muy lejos de esos escenarios propicios para la aventura, cuya intensidad has descrito con buen oficio.
Un relato sobre la evasión y el inevitable encontronazo con la realidad que, más pronto que tarde, se impone como una losa.
Llevaba tiempo sin leerte y siempre me alegro de hacerlo.
Un abrazo grande, Jero. Suerte
Querido Angel. Gracias cómo siempre por tus comentarios y afecto. Una ausencia prolongada, la mía, pero aquí estamos de nuevo.
Un abrazo enorme
Que bien describes una escena ya cotidiana en nuestras vidas, son muchos los paisajes que se nos presentan, pero al fin ese fondo gris nos devuelve a la realidad.
Qué bueno leerte!
Muchaa gracias Yolanda! A ver si retomó las buenas costumbres. Un abrazo muy grande
Sí, vuelve Jero, te echamos de menos en esta casa entenciana. Gracias por esos paisajes llenos de color, aunque acaben diluyéndose y volviendo al gris con el que nos acaba cubriendo la rutina. Un fuerte abrazo y Feliz Navidad, Jero.
Muchísimas gracias Gloria. Ha sido una temporada sin escribir pero vuelvo a las andadas. A ver si otras cosas no lo impiden. Sobre todo que este año nuevo venga lleno de nuevas ocasiones de encontrarnos.
Un abrazo muy grande y feliz Navidad!
Me uno a la alegría de leerte de nuevo por aquí. Ojalá dure mucho esta nueva racha escritora.
Y que no se te vaya muy lejos la inspiración, a pesar de los colores grises que últimamente parece que nos invaden demasiado.
Un abrazo
y Felices Fiestas ♥
Muchas gracias Esperanza! Seguro que si! Y si no, al.menos seguiré leyéndoos y disfrutaré de vuestro talento. Un beso y feliz Navidad!