60. Sombras (Pablo Núñez)
Todas las noches me visita William. Cuenta que fue profesor de Parasicología en Edimburgo y que mi casa es un escenario donde el más allá campa a sus anchas. Yo le digo que las manchas que ve son producto de su imaginación, pero se lleva el índice derecho a sus labios para que guarde silencio. Convencido de que se trata de señales de otra dimensión, se pone a observarlas detenidamente por si ha habido algún cambio desde la última vez. Saca un cuadernillo, anota sus conjeturas y me va explicando lo que representa cada una de ellas: la del cuarto de estar, un hombre llorando; la del pasillo, un hombre con una cuerda; la de mi habitación, el mismo hombre a punto de ahorcarse. Deja para el final la de la cocina, y allí se queda apenas sin habla, mirándola fijamente, susurrando muy bajito que es un hombre hambriento. Le pongo de cenar entonces y, cuando termina, se despide con un leve movimiento de cabeza. Después, baja las escaleras llorando, mientras intenta guardarse una cuerda que le cuelga del bolsillo, sale a la calle y desaparece engullido por la oscuridad, como las manchas de la pared, hasta el día siguiente.
Las historias de casas encantadas, en las que suceden episodios que no tienen explicación lógica, son, entre todas los fenómenos paranormales, los que más inquietud provocan, pues es inevitable que pensemos que en la nuestra podría suceder algo semejante.
Al menos, tu protagonista no se aburre, sabe que, como en un bucle, cada día va a recibir una visita y todo lo que va a suceder después, con cena incluida, que no es sino repetición de lo que ya ocurrió una vez y William rememora, como alma en pena que es, atrapado en esas paredes a las que vuelve una y otra vez, como posible purgatorio por su suicidio. A tu protagonista no parece importarle esta visita diaria de un fantasma. Cualquier otro estaría aterrorizado, pero a él puede que le sirva como alivio a una soledad que podríamos intuir.
Un relato tan bien elaborado como sorprendente.
Un abrazo grande, Pablo. Suerte
Mi querido Ángel, ante todo, desearte unas felices fiestas, las que te mereces, que serán las mejores del mundo.
Qué me gusta tu comentario, amigo. Certero y sentido, con esa forma tan cariñosa que tienes para con nuestros relatos. A veces me pregunto por qué escribo, creo que ya lo he dicho en otras ocasiones, y la respuesta viene con comentarios como el tuyo. Esta forma de relacionarnos a través de la escritura no tiene precio, es mágica, y por esto vale la pena escribir.
William te está muy agradecido por tus bellas palabras. Quise hacerlo lo más humano posible, con esos sentimientos de búsqueda de compañía, de nostalgia, de soledad, e incluso de hambre cuando ve la última mancha en la que se da cuenta que es a él mismo al que ve, y es incapaz de seguir explicando lo que representa.
El otro personaje también es una persona solitaria, y que cada día espera la visita de William para ahuecar de su lado por unas horas la soledad.
Me alegro que te haya gustado el relato, Ángel, y te agradezco enormemente que siempre estés ahí.
Un fuerte abrazo.
Hala, pedazo micro. Mucha suerte. Saludos.
Cuánto me alegro de que te guste, Ana.
La suerte ya la tengo al dejarme este comentario aquí.
Feliz Navidad.
Me encanta este relato. Tiene una mezcla de ternura y melancolía que atrapa. Creo que va a ser difícil hacerle sombra a ese fantasma. Mucha suerte, Pablo.
Qué bonito lo que dices, M. José. A tu comentario sí que nada le va a hacer sombra. Me lo guardo como un regalo.
Te deseo que pases unas muy felices fiestas.
Gracias por pasarte por aquí.
Besote.
Un relatazo redondo narrado con gran maestría. No podría diseccionarlo tan bien como lo ha hecho el amigo Ángel, así que me limito a decirte que me ha encantado y a desearte unas entrañables y felices Fiestas y a enviarte un enorme abrazo.
Suerte.
Vaya regalo de Navidad que otro EdeH se pase por aquí a decirme estas cosas. Viniendo de un maestro como tú, amigo Rafa, tus palabras significan mucho para mí.
Me alegra muchísimo que te haya gustado el relato.
Te deseo lo mejor en estas fiestas y que el año que entra te traiga todo lo bueno que mereces.
Un abrazo bien fuerte.
De libro.
Felicidades!
¡Oh, Yolanda!, muchísimas gracias.
Que pases una muy feliz Navidad.
Un beso bien grande.