14. CARTABÓN
El rey Cartabón, predestinado por la rima a ser ladrón, escogió como su reina a Silveria nacida plebeya, quien con artes ancestrales consiguió lo que añoraban perfumadas doncellas desde los pañales.
Había sumido a sus súbditos en la más inmunda tristeza ya que les despojaba de todo sustento con alardes y boatos, dejándoles únicamente inmundos boniatos.
Como buen rey se sentía elegido por el dedo de su dios Potros. Éste le beneficiaba con lujos y tesoros, aunque sólo a él y no a otros.
Los bardos cantaban lejanas historias, antiguas leyendas, en las que el reino era un lugar feliz, donde todos trabajaban por igual, bailaban, reían, nadie mandaba sobre nadie y la justicia les amparaba siempre hasta el fin.
Entonces la nostalgia les invadía, soñando con recuperar aquella mejor vida.
Cartabón era insaciable y nuevamente partió con su reina y sus tres hijos idiotas. Todos sabían que a las semanas regresaría con carros llenos de riquezas, regalados en tierras remotas.
Pero esta vez algo cambió, algo se revolvió. En algún lugar una voz restalló: “Fuera los Cartabones” y el pueblo a una se alzó con azadones.
Cartabón jamás pudo volver y, ya sin boniatos, la alegría vivió su renacer.
Un micro donde la tristeza es la excusa para escribir un cuento infantil con rima y final feliz incluido. Me gustó y mucho, Pablo.
Te mando un beso desde el verano argentino,
Mariángeles