55. GEMELAS (MVF)
La primera de ellas era una vieja conocida. Llegaba de improviso, como aquella primera vez que recogió junto a su hermana una paloma con las alas rotas. Entre las dos le buscaron un refugio en el árbol, pero los ojos del felino no dormían ni su olfato tampoco. A la mañana siguiente, de la paloma solo quedaban las plumas teñidas de rojo carmesí. Con los años, esa vieja conocida fue cogiendo confianza y entrando en su casa para llevarse la voz rota de la abuela, la mirada velada del abuelo y seguir, sin piedad, como un tragadero de estrellas absorbiendo la vida, con su hermana también. Supo entonces que esa conocida, a la que el mundo llamaba tristeza, era ya todo lo que no podría compartir: la luz del sol resbalando en las montañas al atardecer, las confidencias a media noche, las risas sin causa ni por qué. Fue entonces cuando conoció a la segunda, que seguía la estela de la otra, como la esclava que recoge el vino que se vertió. La gente la llamaba nostalgia, aunque para ella era el vacío de los ojos mirando al infinito, el hueco de un cuerpo en su costado, lo que busca la mano al alargarse y no logra encontrar.
Preciosas imágenes de tristeza y melancolía, la hermana segunda (que recoge el vino que se vertió), ¡qué metáfora! Me ha encantado.
Muchas gracias, Paloma.
La tristeza es como un vaso roto, en efecto, que se va vertiendo sobre el suelo de la nostalgia y nunca llega a secar del todo.
Me agrada que te haya gustado. Un abrazo.
La muerte como dama inexorable que no podemos eludir, cuya visita nunca deseamos y siempre tememos, más aún cuando aparece demasiado pronto. Comienza llevándose a una paloma indefensa en quien se depositó ilusión, después a los abuelos queridos y, por último, lo más doloroso de todo, a una niña. Lo peor es que no solo es lo que se lleva, es lo que deja en su lugar. Como un insecto que no se conforma con sustraer sangre ajena, además deja en su lugar un veneno llamado tristeza, como bien cuentas. El tiempo parece atenuarla, pero en realidad la convierte en nostalgia, el recuerdo de lo que fue y ya nunca será, una herida que nunca cicatrizará del todo.
Una historia llena de sensibilidad, que dibuja de forma certera el sentimiento de la pérdida en sus diferentes formas.
Un abrazo y suerte, Manoli
Ángel, tus comentarios, tan apropiados siempre, son un relato en sí mismo, son como el broche que cierra lo inconcluso, lo que quedó por decir. Quién sabe, quizás haya un lugar para todo eso que no se dice y se presiente o se entrelee entre líneas, igual que para todo aquello que pudo ser o que fue y ya no será.
Un abrazo.
Qué bonita definición tanto de la tristeza, como de la nostalgia, Manoli. Nos has dejado un relato cargado de poesía. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, querida Nani. La tristeza es algo abrumador, la nostalgia es un poco más consoladora pero es su hermana menor
Gracias por leerme y comentar. Me agrada que te guste.
Un abrazo inmenso.
Hay cuatro gemelas en la historia: la tristeza y la nostalgia, y las dos que encuentran la paloma y se hacen confidencias a medianoche y ríen sin causa ni porqué… De las dos últimas, sólo queda la hermana que no muere, que alarga la mano en la cama buscando a su hermana y sólo encuentra un hueco…
Una historia muy triste, contada muy bellamente…
Felicidades, Manoli.
Cariños,
Mariángeles
Gracias, Mariángeles, tus palabras y tu claridad de visión me llegan al alma. Solo te digo una cosa: gran parte de lo que cuenta la historia es real.
Un abrazo
Me sumo a los comentarios de los compañeros. Me fascina esa sutil y maravillosa forma que tienes de manejar las metáforas en esta bonita historia. Me reitero, cuando te leo disfruto y aprendo.
Abrazo fuerte.
Muchas gracias, Juan Antonio, por tu más que generosas palabras. Es difícil hallar belleza en la tristeza y es a través de la nostalgia que conseguimos entrever la luz que la precedió.
Somos eternos aprendices todos, me alegro de aportarte algo con mis letras.
Abrazo grande, y yo también me reitero:
gracias otra vez.