86. Balidos de amor (La Marca Amarilla)
Si fuera un humano diría que estoy como una cabra, pero como soy una cabra tendré que decir que padezco como un humano.
Reconozco que le amo, que le veo por el prado y me vuelvo loco de deseo. Y lo peor es que las demás cabras no tienen ni idea, no intuyen mi pasión, ni escuchan mi corazón excitado; ellas, por lógica, adivinan que todo es puro instinto, que mi sentimiento es la de un animal que simplemente desea tener contacto carnal, aparearme sin más.
Y no.
Lo mío es amor. Estoy como una cabra, pero de amor.
Ella ni se percata, por supuesto, me ignora sin piedad, y es en esos momentos cuando echo en falta poder escribir un bello poema de amor, y que lo leyera, dibujarle un bello amanecer donde nos veamos ella y yo en el prado, y que lo apreciase, o regalarle un precioso ramo de flores sin que se lo comiera.
Pero no puedo, soy una cabra, con sentimientos, pero una cabra.
…
Ustedes sí que lo tienen fácil.
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El amor vuelve loco a cualquiera, incluso si ya de por sí se está como una cabra, porque se es una cabra. No hay nada más duro que los amores imposibles, platónicos a la fuerza, como es el caso. Los humanos sufren por ellos, pero también tienen un campo amplio para manifestar sus sentimientos, más allá del puro instinto. No le falta razón a esta cabra. Un ser humano puede querer a otro y no recibir correspondencia, pero al menos cuenta con la oportunidad de sentir y de expresarlo.
Un relato simpático, que juega con los segundos sentidos e invita también a la reflexión.
Un abrazo y suerte, Marca
Gracias por tu acertado comentario, Ángel!!!
Terrible no poder expresarlo o compartirlo, al menos…
Gracias de nuevo, campeón!!
Saludos!!