16. Ese hombre (Miguel Á. Moreno)
— Te lo juro, Carla, intento olvidarlo. Intento olvidar a ese hombre, la expresión profunda de sus ojos, su sonrisa perenne, su boca dispuesta para darme el primer beso, aquí mismo, tomando un café, sus abrazos que envolvían todo mi cuerpo. Intento olvidar qué sé yo más… Hay algo de él que me persigue día y noche: su silueta desnuda aproximándose entre las sombras del dormitorio. No se me borra la necesidad irrefrenable de recorrer su piel con mis labios o el deseo de hacer el amor en la parte trasera de un coche. Hay noches en las que me despierto empapada en sudor y lo veo alejarse sin volver la mirada. Y me pregunto. ¿Por qué me dejó? ¿Fue por cansancio, por despecho? Entonces lloro desconsolada como un bebé apartado de su madre. Me mortifica tanto la idea de que esté con otra mujer, con otras mujeres, que me da hasta vergüenza. ¿Cuántas habrá conquistado? Te lo juro, Carla, intento olvidarlo, pero no puedo.
—Te comprendo, Irene, de verdad. A mí me sucede lo mismo.
«Ese hombre» que la protagonista y narradora quisiera en exclusiva, aunque las dudas sobre su fidelidad la mortifican. «Ese hombre» que, para sorpresa y vergüenza, de esta mujer, no solo constata que su desconfianza estaba fundada, también que su amiga está en el mismo caso, ¿y cuántas más? Solo que su amiga no es capaz de abrir su corazón de la misma manera, ni de utilizar un derroche de literatura para expresar sus sentimientos. Con una línea escasa se adhiere a ellos, cómo no va a comprenderla.
Un relato sobre un donjuán actual, «ese hombre», todo un elemento.
Un saludo y suerte, Miguel Ángel
Final con sorpresa. Su amiga, su confidente y ya ves.
Están las dos en el mismo barco y lo acaban de descubrir.
Enamoradas o, más bien, encaprichadas, de un hombre que quizá no valga tanto cuando es propenso al engaño. Podríamos pensar que lo que relata a su amiga solo está en su imaginación, pero no. El final lo delata.
Enhorabuena y suerte. Buena noche.
Ese hombre, el hombre, el mismo hombre: él. Qué diálogo tan bien llevado. Con la escueta amiga alcanzamos a ver todo el juego y la profundidad del texto. Me ha encantado. Abrazos y suerte.