37. Frank despierta
El pequeño Frankensteinchen abrió los ojos de par en par, como un ciego que no viera los focos que deslumbraban su piel pálida y temblorosa por debajo de la que parecía bullir un pajarito. Frankensteinchen era un creación hecha de injertos con cerebro de político, piernas de futbolista retirado y corazón de poeta enamorado. El engendro, nacido de una conjunción científica y cósmica, capaz de hibridar un ser que sería más que la suma de sus partes, susurró una frase, bien medida y acompasada, convocando una rueda de prensa. Luego, soltó un gritito agudo, se liberó de cables y salió por piernas. Se esfumó. Un milagro dentro de otro milagro. Tres horas después, tras —como más tarde desvelarían unas cámaras de seguridad— retozar en un prado rebosante de margaritas, compareció puntual ante los medios. El mundo entero pegado a pantallas móviles, televisores y aparatos sincronizados. Una babel de traductores y ciudadanos ansiosos contenía la respiración esperando escuchar sus declaraciones difundidas por todo el planeta. Un poeta con cerebro de dirigente, extremidades de acero, pulmones entrenados en el do de pecho, forjado por científicos de élite, suponía una gran esperanza para la humanidad. En verdad, sus palabras causaron sorpresa y asombro.
El monstruo de Frankenstein es uno de los personajes terroríficos por excelencia, pero tu protagonista es otra cosa. La mezcla de componentes que lo conforman promete, la verdad. Tal vez un dirigente sensible y fuerte, en lugar de aprovechado y egoísta, pueda ser el líder que mucha gente espera, por eso no es de extrañar la expectación y esperanzas que generó esa rueda de prensa. Nos quedamos con ganas de saber qué es lo que dijo, pero si causó sorpresa es porque fue algo en verdad diferente a lo que estamos habituados, lo que no es poca cosa en los tiempos mediocres que corren.
Un abrazo y suerte con este personaje original, Mikel
Gracias por tu comentario y su carga de suerte,
Un abrazo,
Mikel