50. Terrores nocturnos
El niño no puede dormir sin comprobar antes si algún monstruo horrible se esconde debajo de su cama, dentro del armario, detrás de las cortinas o en alguno de los cajones. El ritual lo repite varias veces, hasta convencerse de que ni el más diminuto de ellos ha conseguido ocultarse en su habitación. Si alguna vez se levantase, saliese a escondidas y mirase en el cuarto de sus padres, descubriría al peor monstruo de todos, al que por el día finge ser su héroe y por la noche golpea a su mujer, apestando a alcohol y a inseguridades, descargando sus frustraciones contra quien le ama.
Pues sí que me ha dado miedo ese monstruo, María. Pero de verdad. Un abrazo.
Espero que pronto desaparezca ese tipo de monstruos para siempre. Aurora, muchas gracias por comentar y por leer mi micro. Un abrazo y suerte.
Los miedos surgen por la noche, o al menos se acrecientan. La luz del día, pese a ser sinónimo dejar las cosas claras, lo que hace es enmascararlo todo bajo una falsa apariencia. Este niño insomne acaba por comprender que el verdadero monstruo no es el que pueda surgir de su imaginación, por fértil que sea, sino que está mucho más cerca, es de carne y hueso, capaz de hacer mucho daño y, lo que es peor, de que no se note mucho porque sabe tener dos caras.
El maltrato y la agresión psicológica son esperpentos capaces de atemorizar a cualquiera, más aún con la noche sin testigos como aliada.
Un saludo y suerte, María
Son situaciones terribles que provocan mucho miedo incluso a quienes no las vivimos. Los miedos imaginarios angustian, los reales arruinan vidas, e incluso terminan con ellas. Las dos caras que comentas de estos monstruos es lo que hace más difícil luchar contra ellos, a veces es inimaginable que lo sean. Muchas gracias, Ángel, por tu comentario y por leer el micro. Un saludo y suerte.