64. Primera comunión
Es mi ídolo. Padre, confidente, pareja de juegos y mucho más. A pesar de andar muy ocupado, no ha olvidado que hoy cumplo dieciocho años. Me ha llamado temprano desde su clínica. Mira en el cajón de tu mesilla, ha dicho. Había unas llaves de coche. Ahora asómate por la ventana, ha proseguido. Delante del garaje he visto un Golf rojo, reluciente. No olvides dar las gracias a tu madre, el regalo te lo hacemos los dos, ha concluido.
Me he dirigido a la habitación de mamá (duermen en habitaciones separadas a causa de los horarios de papá, me habían explicado), he llamado y he entrado, pero no estaba. Posiblemente ya había salido a correr. Encima del buró había una carpeta. Anselmo, ponía en la etiqueta. ¿Quién es Anselmo? Sobresalía la esquina de una fotografía y, curioso, he tirado de ella. ¡Era yo el día de mi primera comunión, con un traje de marinero azul oscuro! He sonreído, pero algo no encajaba… He bajado corriendo al salón. Sobre el aparador hay diversas fotografías enmarcadas: yo con mi primera bicicleta, yo con mis primeros esquís…, yo el día de mi primera comunión con el traje malva claro y la corbata blanca.
Inquietante relato, lleno de misterio, si bien, todo parece apuntar a la existencia de un hermano gemelo del protagonista, de quien nunca supo hasta la fecha. Pocas sorpresas, marcadas por unas pistas evidentes, pueden ser más asombrosas que constatar una noticia semejante.
Un hallazgo que abre una realidad paralela. Un enigma que deja con ganas de segunda parte.
Un saludo y suerte, Josep
Muchas gracias por el comentario, Ángel. Tu interpretación de la parte oculta de la trama difiere de mi intención, y eso enriquece. Un saludo