07. SIT TIBI TERRA LEVIS
Lo fuiste todo para mí. A mis ojos, eras la excelencia.
Nunca te gustó esa mediocridad de quedarse a medias y siempre me decías que si uno se proponía hacer algo, lo que fuera, debía hacerlo bien y, sobre todo, debía terminarlo.
Me lo repetiste tantas veces, mi amor, que acabé interiorizándolo hasta convertirlo en una convicción propia. Y entonces decidí que tenía que echarle valor a todo lo que tuviera que hacer a partir de ese momento.
Por eso te disparé justo en el corazón, sin que mi cabeza ni mi pulso dudaran un instante.
No debiste serme infiel sin terminar antes conmigo, pedazo de hipócrita mediocre.
Que la tierra te sea leve.
La violencia nunca está justificada, salvo, si acaso, por defensa propia. Sin dejar atrás esta verdad insoslayable, en este relato sabes ponernos en la cabeza de un hombre despechado que termina con quien fue su pareja. Es posible apreciar en él la influencia de ella, sus palabras interiorizadas, incluso respeto y atracción en un principio que, sin embargo, acaban disipados por una acción fulminante y homicida.
No se le puede negar verdad en sus afirmaciones, pues es cierto que ella, al contrario de lo que solía afirmar, dejó las cosas a medias, tal vez tendría que haber terminado con él antes de empezar otra relación; él, sin embargo, sí que supo ser tristemente efectivo. En ese contraste de sentimientos le desea paz en la eternidad a la que le ha enviado, como se deduce tanto de la última frase como del título.
Una historia en la que los celos acaban por adueñarse de una voluntad, justificando una decisión fatal, que elude todo arrepentimiento.
Un abrazo y suerte, Puri
Gracias, una vez más, por tu bien argumentado comentario, querido Ángel. Siempre estás ahí y con tiempo para leernos. Solo una observación: Mi relato no especifica el sexo de quien dispara ni de quien muere. Puede que la celosa homicida fuera ella ¿Quién sabe? Un beso, guapo.