11 PRÍNCIPE DESTRONADO
Se ha sentido como un príncipe destronado tras la llegada a la vida de su hermano, 20 meses menor.
Ya no es el único centro de atención de sus padres. ¡Tiene que compartirlos!
Y piensa, ¿qué se creerá ese pequeñajo, de pelo indomable y profundos ojos verdes?
Él, rubio, de mirada celeste, está acostumbrado a que les paren por la calle para alabar su cara “de anuncio”, y ahora, destacan la extraña belleza de su hermano.
Y no piensa permitirlo. Por eso, le tira del pelo cuando no le ven, le araña la cara y le quita los juguetes.
Ellos no se dan cuenta, aunque les parezcan extraños esos arañazos y algunos quejidos.
Pero un día, lo pillan en plena faena. Le castigan mientras le recuerdan que es pequeño y debe cuidarlo.
En los años siguientes, de habitación compartida, el pequeño aguanta estoicamente las arremetidas de su hermano mayor y su implacable tiranía.
Con la llegada de la juventud, el menor, con trabajo e independencia económica y vital, se venga del mayor, negándole el saludo.
Y el príncipe destronado, que a sus treinta años se empeña en ser un niño grande e irresponsable, intenta recuperar unos lazos de sangre, ya inexistentes.
Los celos entre hermanos, en concreto de los mayores hacia los pequeños, están ampliamente estudiados en la psicología. Aparte de ello, todos, sin ser expertos hemos visto ejemplos, incluso hasta puede que los hayamos experimentado, como víctimas o victimarios, según el caso.
Son sentimientos lógicos y habituales, lo que no quita que haya que aprender a controlarlos y a permitir que sea el amor fraternal el que predomine, como bien aconsejaban los padres a este muchacho, que acaba recibiendo el justo castigo a su falta de madurez prolongada.
Un abrazo, Gloria. Suerte con tu relato, con homenaje a Delibes en el título incluido.
Gracias, Ángel por tus comentarios, siempre tan certeros. Como dices todos lo hemos sufrido en nuestras carnes y lo hemos sufrido con nuestros hijos, muchas veces sin saber como actuar. ¡Feliz verano, compañero de letras y de profesión!
Real como la vida misma: envidia, celos y desamor desde la más tierna infancia.
Buen cuento, con imágenes tan visuales que me han trasladado a una sala de cine, con palomitas saladas con sabor a lágrimas.
Besito virtual,
Muchas gracias, María Jesús. Sí, a veces la realidad es como este micro lleno de rivalidad, envidia y celos. Un abrazo. Gloria