61. LOS SUICIDAS
Mi querencia hacia el suicidio viene de lejos. Son ya muchos años preparando el momento. Al principio pensé hacerlo de forma anónima, pero buceando por internet descubrí que hay mucha gente con la misma inclinación y, animado por la curiosidad, creé un grupo en Facebook que cuenta ya con un nutrido grupo de seguidores. Allí intercambiamos penas y desgracias, y trabajamos las distintas técnicas para irnos de una forma digna y a ser posible original. Hay bajas, como es lógico, pero enseguida se añaden miembros nuevos. Una vez al mes organizamos un suicidio por sorteo, nos citamos para despedir al afortunado y yo, como administrador del grupo, estoy exento y no entro en la rifa. No lo llevo bien, siento que me hago viejo y no logro mi objetivo. En cada ceremonia, cuando el suicida lanza el último suspiro, siento crecer la envidia dentro de mí con tanta fuerza, que de seguir así, creo que acabará matándome.