54. Estás jodido
Se acabó ser el monigote de barro con que los jueces juegan a ser Dios.
Inanes seres, insignificantes en casi todas las facetas de la vida, excepto, indignidad, cobardía y complejo de inferioridad más que justificado que los aboca a esa exacerbada sociopatía narcisista. Un solo logro en su vida; dedicarse en cuerpo y sin alma a conseguir un único objetivo, tragando para ello, sin escrúpulos, lo que fuera menester con tal de conseguir el poder, guiados únicamente por el ansia de poder, mucho poder, todo el poder.
Dictar el bien y mal. Aunque, visto así, diríase que cualquiera podría dirimir controversias cotidianas y otras mucho más complejas dadas a diario en la vida. Pero no, se trata de retorcer condiciones y requisitos que deben cumplir las apariencias, argumentos, pruebas y hechos, y hacerlos depender de puntos de vista tan subjetivos e imaginativos que nadie, ni siendo juicioso y habilidoso, los haría encajar por las microscópicas rendijas que esa macabra trama exige.
Hacer pasar dinosaurios por ojos de aguja, hacer caminar personas por el filo de una hoja de afeitar, interpretando la vacilación como delito; así que si no eres capaz de mantener el equilibrio . . . estás jodido.
Veo la ira contenida y presente desde el principio al final del relato, asomando continuamente entre las frases de una narración que parece fundir monólogo interior y discurso de advertencia. Me gusta la mezcla de todo ello y el tono que le has dado. Suerte y abrazos, Juan Mariano.