Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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55. Encadenados (Alberto Jesús Vargas)

Arturo mañana no trabaja. Él, que quiso ser un gran chef y tener su propio restaurante con estrella Michelín, lleva años en el mismo bar sirviendo bocadillos de calamares y aguantando a un tipo que por ser el dueño se cree con derecho a escupirle diariamente su constante malhumor. Arturo está casado con Marta, una mujer que estudió Interiorismo y terminó atrapada en un piso de cincuenta metros soportando a un marido que huele a fritanga y está acostumbrado a lanzar contra ella su enojo de perdedor. Ambos tienen un hijo, al que llaman Javi, cuyo sueño es pilotar motos lejos de esa guerra que es su casa y aunque se siente hostigado por una madre siempre irritada, se alegra de haber dado con Eladio, un compañero de clase gordito y con gafas con el que puede descargar su rabia empujándole a los charcos y pateándole como a un balón. Así ha conseguido que el pobre Eladio se odie tanto a sí mismo, que haya decidido dejarse caer como una lágrima desde la azotea de su edificio. Por eso Arturo mañana no servirá bocadillos. El bar permanecerá cerrado para que su dueño pueda llorar a Eladio, su hijo menor.

26 Responses

    1. Recuerdo que en mi época de estudiante de Psicología nos poníamos al corriente de las putadas que les hacían a los pobres ratones de laboratorio para provocarles la ira. La frustración funcionaba de maravilla a esos efectos. Cuando los ratones habían conseguido aprenderse el camino del laberinto que les conducía a la comida, ponerles un obstáculo les irritaba mucho y se volvían agresivos con sus compañeros. Inspirándome en eso he escrito este relato. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo, Rafa.

  1. Ángel Saiz Mora

    Cuanto hacemos, como también lo que dejamos de hacer, tiene algún tipo de consecuencia, no solo en nuestra vida directa, sino también en la de otros, todo está relacionado. Hasta el gesto más simple, si va cargado de ira o resentimiento, puede envenenar a alguien. Es lógico tener frustraciones, otra cosa es volcarlas con quien no tiene la culpa, y así sucesivamente, hasta formarse una bola de nieve imparable, cada vez más peligrosa.
    Alguien dijo que nada humano le era ajeno, estaría encantado de corroborar su atinada reflexión con la lectura de este buen relato de causa y efecto.
    Un abrazo y suerte, Alberto

    1. Es verdad, Ángel, que todo está relacionado con todo y lo mismo que pueden establecerse cadenas de favores también pueden generarse cadenas de frustraciones. Frustración, ira y agresión son tres conceptos muy interrelacionados y de eso va este relato. Gracias por tu cometario y un abrazo.

  2. Rosalía Guerrero

    Buenísimo, Alberto. Todos tus personajes pueden ser víctimas y verdugos a la vez, excepto el desgraciado de Eladio, cuyo final me ha dejado el corazón encogido.
    Enhorabuena.

    1. Se puede considerar un acierto conseguir conmover con un relato, sobre todo si, como en este caso, hablamos de un relato que no llega ni a las 200 palabras. Me dices que te ha dejado con el corazón encogido y eso, hablando de escritura, es todo un logro y un elogio que te agradezco de corazón. Muchas gracias, Rosalía.

  3. Marian Ramos

    Impresionante relato, Alberto! Lo iba leyendo con la esperanza de que en algún momento se rompiese el círculo de ira y frustración. Pero no, la ira solo genera más ira y al final cierras el círculo con esa maestría tuya tan característica. Un abrazo y mucha suerte, me encantará ver este relato tuyo en papel.

    1. Pues sí, querida Marian, hay una cadena de personajes y frustraciones que se va tensando hasta que acaba rompiéndose por el eslabón más débil. Y muchas gracias por eso de la «maestría» aunque me viene un poco grande. Un abrazo.

  4. Almudena Horcajo

    Estaba pensando, Alberto, que en realidad muchos hemos terminado «sirviendo bocadillos de calamares» y «viviendo en una casa de 50 metros cuadrados», que no es precisamente lo que habíamos soñado. La frustración es difícil de gestionar.
    Tu frustración mal gestionada, puede destrozar tu vida, la de los que te rodean e incluso a pobres inocentes que se cruzan en el camino, como el pobre Eladio.
    Un relato que merece una nota muy alta por su dificultad y su originalidad.
    Mucha suerte.
    Un abrazo.

  5. La verdad, Almudena, que elegí el «bocadillo de calamares» porque me parecía una imagen muy potente para representar el sueño frustrado, ese quedarse en el camino sin alcanzar la meta anhelada. Ira y frustración son dos conceptos muy relacionados y a veces la ira, la rabia, el enojo, el enfado, el cabreo… los proyectamos sobre los demás pero también puede ocurrir que la volvamos contra nosotros mismos. Gracias por tu reflexivo comentario y por tus amables palabras. Un beso.

  6. Ana Alcocer

    Un retablo de vida común contado en pocas palabras. Cuanta frustración existe en la mayoría de la gente y cuanta ira mal encaminada que no hace más que alimentar más ira y frustración en quienes nos rodean. A Dios gracias también se concatenan otro tipo de sentimientos y allí donde se respiran la alegría de vivir es contagiosa.
    Suerte y saludos

    1. Tienes mucha razón, Ana. La propia frustración mal gestionada puede resultar tóxica para nosotros mismos y para las personas que nos rodean, todos estamos interconectados, por eso también los sentimientos más positivos pueden contagiarse y generar alegría, felicidad y buena disposición en quienes nos rodean. Menos mal. Muchas gracias por tu comentario.

  7. Empezaré diciendo que adoro los bocadillos de calamares… y también este relato. Me gusta mucho como lo has ido engarzando eslabón a eslabón, personaje a personaje, con frases de una carga similar hasta llegar al final. El aspecto visual en un sólo párrafo también aporta esa sensación de continuidad de una cadena de la que un eslabón termina por caer. Magnífico. Y para redondear se le pueden dar interpretaciones varias. Chico, le he buscado algún «pero», pero es que no has escrito ninguno. 😉 Enghorabuena y abrazos, Alberto.

  8. Espero que me disculpes, Rafael, por haber tratado tan mal en este relato a los bocadillos de calamares. A mi también me gustan mucho, pero en este caso me han venido muy bien para usarlos como metáfora del fracaso. A pesar de esta afrenta a un bocado tan castizo del que te consideras tan partidario, veo que no me guardas rencor y me haces una crítica más que generosa que yo no puedo por menos que agradecerte. Un abrazo.

  9. Javier Arroyo

    Hola Alberto:

    Paso menos de lo que debería por ENTC y comento poco, pero este relato me parece perfecto. Auguro en él un finalista anual, y se me dan bastante bien esos vaticinios. Con tu permiso lo birlo para mi macromicroantología, un archivo donde reúno aquellos micros que lo merecen, y van más de mil (ya hay alguno tuyo)

    Mucha suerte, aunque no creo que sea necesaria, y saludos.

  10. Muchas gracias, Javier, por ese comentario tan positivo y tan halagador. No sabes lo que me alegra formar parte también de esa macromicroantología tuya personal. Cuando uno cuelga un relato en internet piensa que no va a llegar a ningún sitio, pero de pronto alguien lo encuentra digno de ser leído en un programa de radio, a un profesor le parece interesante para trabajar con sus alumnos o algún seguidor del género te cuenta que lo adopta para su colección particular. Que te pasen cosas así es siempre una alegría y motivo de orgullo. Un afectuoso saludo.

  11. Gracias Pablo por tu breve pero entusiasta comentario. La verdad que cuando partiendo de una idea esbocé este relato, me pareció que me estaba metiendo en un jardín un poco complicado teniendo en cuenta que estaba limitado a doscientas palabras. De todas formas, me empeñé en encajarlo todo lo mejor posible y para bien o para mal, así quedó. Me alegro que te haya gustado.

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