38. MISERERE
Imagina por un momento –dijo Ángel con excesiva teatralidad–, que existe un universo que repitiera los ciclos de muerte y renacimiento hasta el final de los tiempos. Y en esa realidad hay un mundo insignificante en el que habita una especie a la que todo le es hostil. Esos seres perviven arrastrando una historia de miedo, dolor, desesperación y sangre en la que casi siempre han sido ellos mismos su principal enemigo. Además, con el tiempo se han hecho conscientes de que su futuro no es otro que la extinción. Vamos, que hay que tener mala baba para crear el peor infierno imaginable, ideal para pecadores sin redención.
-Me voy a casa. Joder, me estás mareando y no quiero tener un ataque de ansiedad en la calle por oír tus majaderías.
-¡Venga hombre, relájate y bébete otra cerveza, que es Halloween!
…
Imagina por un momento –dijo Ángel con excesiva teatralidad–, que existe un universo que repitiera los ciclos de muerte y renacimiento hasta el final de los tiempos. Y en esa realidad hay un mundo insignificante en el que habita una especie a la que todo le es hostil. Esos seres perviven arrastrando una historia de miedo…
Manuel, has enfocado el trabajo de forma original y con buen resultado. Ese bucle interminable crea unos sentimientos muy particulares.
Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, por leerme y comentar.
La trayectoria del ser humano resumida según su peor versión, con poca esperanza en el futuro, a tenor de lo sucedido en el pasado. El hombre aprende de la experiencia, pero también tropieza en la misma piedra y vuelve a repetir la historia, con su «miedo, dolor, desesperación y sangre» una y otra vez, quizá hasta la extinción, pero como eso no parece que vaya a ser mañana, mientras, se vive el momento, al tiempo de mirar para otro lado.
Un relato sobre una realidad insoslayable que, a poco que se piense, produce ansiedad, la que surge de constatar que tal vez no tengamos remedio.
Un saludo y suerte, Manuel
Gracias, Ángel. Hablar de un universo determinista donde no tenemos otra posibilidad que el infierno, y hacerlo ante una cerveza puede ser lo más cercano que tengamos en nuestra vida a ese paraíso que no se si perdimos o nunca existió. Podemos ser optimistas, el lúpulo nos ofrece una mínima esperanza.