10 AÑOS ENTC: PESADILLA
Esta es la convocatoria de celebración de 10 AÑOS ENTC.
En esta entrada del blog tenemos el vídeorrelato
PESADILLA, de Rafa Heredero
Ganador de la 7ª convocatoria ENTC en el año 2017.
Solo podrán participar los usuarios o participantes de ENTC a lo largo de sus 10 años.
La participación en el concurso será posible a través de este formulario desde el que se enviará el relato y el seudónimo correspondiente. La organización se encargará de publicarlo debidamente firmado con el seudónimo que nos indique en un plazo de 24 horas.
El relato será INÉDITO de un máximo de 150 palabras (sin contar el título) y tendrá que enviarse antes de las 23 horas (hora peninsular) del DOMINGO 23 DE ENERO DE 2022 cumpliendo estas dos condiciones:
CONDICIONES
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- 1 El relato responderá a una composición libre, pero deberá mostrar claramente algún vínculo en el tema, trama, personajes o ilustraciones que podéis ver en el vídeo superior… dicho de otro modo, se mostrará claramente inspirado en parte o todo este videorrelato.
- 2. En el título o dentro del texto del relato participante debe insertarse un fragmento literal de al menos 4 palabras extraído del relato del vídeo. No se permite variación de tiempo, género, número, ni orden… LITERAL. DE 4 PALABRAS MÍNIMO. Este fragmento, para que sea fácilmente identificado por el jurado… TENDRÁ QUE APARECER EN MAYÚSCULAS.
Consultadnos cualquier duda. Revisad bien el texto antes de enviarlo porque, una vez publicado no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.
A finales de enero de 2022, el autor del presente videorrelato elegirá entre todos los presentados en esta publicación un relato que participará como FINALISTA para el concurso 10 AÑOS ENTC.
El fallo final del concurso se dará a conocer durante la celebración del 11 ENTCUENTRO celebrado en Arzúa en el próximo mes de marzo.
BAJO EL PUENTE, de Moggie
Nunca te molestaste en ponerle nombre al gato, ¿para qué?, te decías, si el día menos pensado lo atropella un coche o se larga y desaparece para siempre. Pero lo considerabas tuyo, cuando silbabas, bisss bisss, cuando lo buscabas en la oscuridad, cuando querías que se acercase, se acurrucase a tu lado, te lamiera las manos con su lengua tibia y te diese calor. Sabías que era lo único que tenías en este mundo y él siempre volvía.
Como hoy, que tras zamparse una raspa por ahí, TU GATO SE OVILLA en tu regazo, ronronea, intenta dormirse. Sopla un viento gélido y húmedo y estos días le cuesta más acoplarse a ti, encontrar acomodo en tu cuerpo antes tan blando, ahora tan rígido. Te olisquea y empieza a dar lametazos a tus orejas, a tus labios, le atrae poderosamente tu olor putrefacto, entonces hinca los colmillos en tu nariz.
APOROFOBIA, de Ladybug
Hasta hace poco tenías un trabajo y pagabas el alquiler de un piso, pero con lo del «bicho» te quedaste a dos velas. A pesar de llamar a tantas puertas ninguna se abrió. Ahora la calle es tu casa. Y en vez de gastar tu energía en rencores, arrastras un carrito con tus cuatro pertenencias. Unos cartones serán tu colchón y un edredón casi nuevo que encontraste en un contenedor, te resguardará del frío. Y buscas un buen refugio. De los cajeros ya no te fías, no vaya a pasarte lo que al Gervasio…. ¡pobre!, no le cogieron a tiempo, y tampoco a los malnacidos que le… OYES LOS INSULTOS DE DOS HOMBRES, sus pasos se acercan, te arrebujas, apenas respiras, el miedo te paraliza…
Para quitarse a un mendigo del medio, lo mismo sirve un mechero, un cuchillo, que un bate con que romperle la cabeza.
SUEÑOS, de Sheldon
ELNIÑO FELIZ CON EL QUE ESTABA SOÑANDO tiene sus mismos rasgos, pero no puede ser él, o quizás sí porque la mente funciona de esa manera: se inventa otra vida para seguir resistiendo. Porque con un padre desconocido y una madre nómada de paraísos artificiales, es difícil salir adelante. Recorrer hogares en donde nunca se cumplen las expectativas, regresar a centros de internamiento, esnifar pegamento o cualquier sustancia tóxica han sido los mojones de la ruta de su infancia. El adulto en que se ha convertido no quiere dejar de ser ese niño feliz, aunque la llama que acaba de prender los cartones con que se abriga le obligue a abrir los ojos y el fuego que le rodea calcine cualquier brizna de esperanza.
CAMBIO DE TORNAS, de Matilda Johnson
Eres el hombre que vive dentro DE UN CAJERO AUTOMÁTICO, el que se arropa con unos cartones que encontró en la puerta de la frutería, dos perros duermen tranquilos a tu lado y ves cómo levantan la cabeza cuando os llegan los insultos que se profieren unos hombres en la calle y se inicia una pelea. Cuando acabe el espectáculo y el silencio se extienda, encenderás un hornillo para calentar una sopa.
Los primeros años en que estuviste solo y en la calle no fueron fáciles, incluso hubo momentos en que llegó a peligrar tu vida; pero, a día de hoy, tal y como están las cosas, cuentas con una gran ventaja con respecto a cualquiera de los que vive ahí fuera: sabe vivir literalmente con cuatro cosas.
DÍAS DE VINO Y ROSAS, de Belfegor
Estas fiestas de Navidad son una locura, el año que viene no vuelvo.
Las cañas de antes, el vino de la cena y luego los chupitos y las copas.
Me he metido con el jefe. Hablaré mañana.
Estoy avergonzado, he intentado ligar con la secretaria, menos mal que me ha dicho que no.
He dejado el coche en el restaurante y mientras voy caminando hacia mi casa decido llamar a un taxi. Mi móvil está muerto, casi tanto como yo.
Voy dando tumbos y de vez en cuando me tengo que apoyar en la pared, son las 3:00 h de la mañana y todo está cerrado.
Hace mucho frío y llevo chaqueta, abrigo y bufanda y encima me estoy meando.
Decido mear antes, pues la próstata aprieta.
Encuentro un hueco entre dos contenedores y cuando consigo sacármela, un grito me asusta Y TE ORINAS ENCIMA.
INICIACIÓN, de Nox
Tienes nueve años. Eres el orgullo de tus padres, no tanto por tus buenas notas como por tu carácter: reflexivo, conciliador, maduro para tu edad. Por eso hoy en el recreo, cuando Álex ha empezado a darte patadas, no has caído en la trampa de la violencia. El profesor, que ha acudido enseguida, ha alabado tu comportamiento adulto delante de todos. Ahora, A PUNTO DE DORMIRTE, lo recuerdas y, satisfecho de ti mismo, entras al sueño con una sonrisa.
Cuando despiertas hecho grito, la llama aún parece oscilar en tu mano derecha. La que en la pesadilla empuñaba el mechero. La que lo acercaba a las ropas empapadas en gasolina. La que transformaba a Álex en una antorcha que aullaba ante tu mirada inmisericorde. Y descubres, marcado a fuego a partir de hoy, que las ventanas abiertas hacia los recovecos más íntimos de la mente no siempre tienen buenas vistas.
FORTUNA A MANO, de Bartleby
Si de algo me siento orgulloso es de las líneas que cruzan la palma de mi mano. Me retratan como ningún psicólogo o biógrafo pudiera hacer jamás.
Ahí están la de la salud, diáfana y directa, y la de la vida, larga cual rail de intercity. Mis setenta y siete lustrosos años constatan su credibilidad. ¿Y qué decir de la raya de la inteligencia? Ostentosa, bien marcada. Si confieso que jamás di un palo al agua, pocas dudas pueden quedar sobre su acertada premonición.
Pero, si de una línea puedo presumir y vanagloriarme sin rubor es de la del dinero. Ahí está, ancha, profunda, vanidosa, cruzando de suroeste a noreste toda la palma, con fuerza para rebasar sus límites y envolver la mano con varias vueltas. AL LADO DE UN CAJERO AUTOMÁTICO, me quedo absorto varias horas al día contemplándola mientras espero que algún transeúnte deposite sobre ella unas monedas.
MALAS DECISIONES, de Carballo
EMPIEZAS A MALDECIR A GRITOS cuando de te das cuenta de que todo eso no era una pesadilla.
Era esa cruda realidad, que te recuerda que ya no tienes casa, que tu mujer y tus hijos te han abandonado al enterarse que habías perdido jugando al póker todas tus pertenencias.
Entonces quisieras empezar a gritar, con todas tus fuerzas, que ese fue el último intento por recuperar parte de lo perdido en esas malas inversiones en bolsa.
Que precisamente lo hiciste para no perder a esa familia que tanto amas, para intentar pagar la parte de la hipoteca que te quedaba pendiente.
Pero te percatas de que ya nada importa, que todas tus pertenencias caben en un carrito de la compra y que debes darte prisa para encontrar cobijo, antes de que caiga la noche.
SIN RECURSOS, de Rizzitos
EL NIÑO FELIZ CON EL QUE ESTABA SOÑANDO vivía en un cajero automático, pero su mente era retorcida como su personalidad, se inventaba historias que contaba a todo el mundo que iba al cajero. Muchos le ignoraban. Otros decían pobrecito, debe estar pasando penurias y no tiene familia.
El sabía que recorrer casas de acogida no era sencillo, pero nunca dio con una familia que le quisiera. Su infancia fue muy dura, pues se quedó sin su familia cuando apenas tenía 10 años. Pero él no quiere dejar de ser feliz cuando se convierta en adulto, aunque todos los días, los gamberros del barrio le prendan sus cartones donde él duerme plácidamente.
IMPACTO BESTIAL, de Amanita
Hoy ha sido mi primera salida nocturna desde que recuperé la soltería. Ella continúa en la vivienda familiar con nuestras gemelitas; yo me he trasladado al piso del hijo mayor, independizado hace poco. El chico se esmera, intenta ayudarme. Precisamente, fue él quien me animó a salir. Lo hicimos juntos, pero pronto lo liberé introduciéndome en un bingo cualquiera. Quedamos en comunicarnos para regresar. Como era previsible, el dinero voló. Decidí acercarme al cajero. Desgraciadamente, estaba ocupado por dos bestias encapuchadas que agredían sin piedad a un mendigo, supongo. Asustado y escondido, avisé a la policía. Llegó al instante. Entonces, recuperé la valentía y me fui aproximando. Mientras los agentes actuaban, llamé a mi hijo: debía comunicarle que volvía a casa, no tenía ánimo para seguir de marcha. No respondía. Insistí. El soniquete inconfundible de su móvil sonaba persistente en la cabina. Tardé en comprender. Empecé A MALDECIR A GRITOS.
EL FIN DE LA PESADILLA, de Egomet
A veces creía vivir una pesadilla cuando por mor de un control, le despertaban en plena noche. Pero no. Luisito pertenecía al «Club de los meones», unos niños que mojaban la cama, por flojos, solo por fastidiar, según Hortensia, la directora del internado. Pero la vida acaba poniendo a cada cual en su sitio y frecuentemente muñe extrañas coincidencias.
Aquella noche, Hortensia sacó dinero sin fijarse en quien cubierto con una manta se hallaba tendido SOBRE EL SUELO DEL RECINTO del cajero. A la salida le sorprendió otro sujeto que navaja en mano le intentaba arrebatar la cartera. Como atendiendo a su llamada, salió el individuo de la cabina que viendo el panorama se enfrentó al agresor. Carente de argumentos ante un arma blanca cayó al suelo herido, mientras su atacante huía. Lo último que vio fue la mirada de Hortensia. Sin embargo comprendió que no era una pesadilla.
ESCAPE, de Doña Urraca
Harto de tus miserias, consciente de desperdiciar el ahora y buscar tu mañana en el ayer, te acurrucaste bajo los cartones QUE UTILIZAS PARA TAPARTE en el cajero automático, con la esperanza de que tus sueños te llevarían a un mundo más feliz. Al cerrar los ojos, entró un unicornio azul, y por fin pudiste respirar.
Solo tres gotas, de Elder Lamaleta
-Zzz, zzz… ¡Me meo! Mamá, me meo, pon el crono, el crono…
-Aguanta cariño, click: 30, 29…
-Me meo, me meo…
-Aguanta, aguanta… 3, 2, 1, ya. Ahora, lo otro…
-Hecho el chooorro así… y corto. Heeecho… corto. Heeecho… corto. Pfff, ya.
-Vas mejorando. Se te han escapado tres gotas. Pronto dejarás DE MOJAR LAS SÁBANAS.
-Oye, ma, ¿tú, te orinabas cuando chica?
-Como la Cibeles, hijo mío.
-¿Y cómo hiciste?
-No pude. Me estuve orinando a chorro limpio hasta el día de mi boda.
-La próxima vez aguantaré un minuto. ¿Y si lo hacemos hora?
-Ahora no tienes pis.
-Aguanto la respiración.
-Poniendo crono, …el pelo se te vuelve blanco, …se te afilan las orejas, …te estás volviendo elfo…
-¡Mamá!, me haces reír, así no puedo aguantar…
-Venga, a dormir. Con esta meadita llegas hasta por la mañana. Dulces sueños, amor…
-¿Mamá?
-¿Sí?
-Te quiero.
-Y yo.
HALLOWEEN, de Wenceslao Izquierdo
El vampiro contempla, sin esconderse, toda la algarabía de la festividad, “VA A SER UNA NOCHE DE SUEÑOS AGRADABLES” se dice.
LUGARES EN LOS QUE PASAR LA NOCHE, de Onírica
El psicólogo te está ayudando mucho. No todos los niños tienen dos casas diferentes para pasar la noche. Ni dos mamás. Ni dos hermanos pequeños. A la madre nueva la acabas de conocer. Te ha parecido más guapa que tu mamá de siempre. Este último pensamiento es el que más te ha dolido. El primero que hace que las lágrimas asomen a tus ojos. Intentas secártelos en la almohada. No quieres que se den cuenta de que has llorado otra vez. Eres el hermano mayor por partida doble y tienes que servir de ejemplo. Tal vez mañana consigas dejar de morderte las uñas y así poder dormir con las manos libres.
Un frío roce en la cara te despierta. Es la botella de Rogelio. SABES QUE ESTA NOCHE NO ES UNA PESADILLA. Que tienes un amigo y que sigues descansando en el cajero más cálido de la ciudad.
MARTINA, de Respiración
Cuando, A PUNTO DE DORMIRTE, se repiten persecuciones de enmarañados rostros sin facciones e inician sensaciones angustiantes, estás deseando poner término a las pesadillas para descansar sin temor.
Eso le ocurría a Martina; una reconocida novelista del género de terror que llevaba escribiendo desde los veinte y cinco y ya, próxima la jubilación, un asunto personal, que no recordaba, seguía causándole un gran desasosiego.
La vida de Martina transcurría en una fantasía terrorífica continúa porque lo ocurrido en sus sueños lo novelaba y así, los días y las noches se mezclaban en una batidora sin distinción de ingredientes.
Con ayuda, recordó que a los cinco años encontró a su madre herida en el suelo y a su padre marchándose de casa sin despedirse de ella –hecho inusual en él-.
Después, vino la ruptura y le explicaron que mamá había resbalado en la cocina y papá viajaba por negocios.
TIEMPOS DE MUDANZAS, de Agüerojero
─Buenas noches, Ismael
─Buenas Don Julio, respondió Ismael desde EL SUELO DEL RECINTO arrebujado en mantas.
Las letras verdes del cajero señalaron: introduzca la clave. Julio tecleó: uno, nueve, cuatro y cinco. Clave errónea, leyó.
─Mierda, me la cambió el hijo. Creo que me puso el año en que nació Juaquinito. A ver; dos, cero, uno y seis.
─Voy a la farmacia de guardia. El nieto está con una cagalera atroz. Nos lo han dejado esta semana. Prefiero dinero en efectivo que así controlo mejor.
─ No se moleste, es sencillo; en agua hervida mezcle zumo de limón, bicarbonato, sal y azúcar; déselo a sorbitos cada 10 minutos.
─Caray Ismael, cuánto sabe usted.
─Antes de la esquizofrenia fui celador de hospital.
─Ahora la gente paga con tarjeta. En DIA, donde me dan los caducados, pagan enseñando el reloj. Cerrarán los cajeros y tendré que irme como Carpanta, bajo un puente.
EN BUSCA DEL DORADO, de Procrastinator
Oscurece. Acurrucado entre las ramas del parque, acaricio la foto de mi mujer y de mi pequeño, sonríen haciendo la señal de la victoria. Necesito recordar. Siento que sus rostros se difuminan en mi mente. Tengo las manos entumecidas, mi estómago clama alimento. El hambre no me es desconocida, la he sufrido allí en mi tierra. Pero eso no es lo que me ahoga. Tengo la certeza de que les he fallado. Les prometí una nueva vida, les ofrecí un sueño, mas no he sido capaz. Este mundo demoledor absorbe tu fe, te hace danzar como a un títere y aunque te abrigues de esperanza NO DEJAS DE TEMBLAR.
Dos años sin recibir noticias mías, creerán que he fallecido, y así es. Soy un cadáver en busca de descanso. Para el mundo estoy ya muerto. Solo esos jóvenes de risa burlona saben que existo. Y cada noche se acercan más.
OLVIDOS, de América
La vida no olvida despertarme cada mañana con el cuerpo agarrotado sobre unos cartones dentro del RECINTO DE UN CAJERO AUTOMÁTICO, ni pasa por alto llenar el aire de olor a café y churros haciéndome desear lo inalcanzable.
La vida no me olvida, no. Acecha en cada esquina. En los pies que se cruzan de acera. En las miradas indiferentes. En los dedos que accionan un mechero ante mi mirada incrédula.
La vida arde en las quemaduras que cicatrizan más rápido de lo que deseo, porque en el hospital, donde la muerte podría haberse acordado de mí y no lo ha hecho, pronto dirán que ya puedo regresar a casa. A esa casa que solo en sueños puedo habitar.
SIN NADIE, de Carlos
ESTAS EN LA CAMA A punto de que mamá cierre el libro de cuentos, su ancha sonrisa, y tú los parpados. Recolocas sobre la almohada la cara, y ves perderse tras la puerta, los amables movimientos de su bata roja. Las paredes te contagian de sueño, y no puedes distinguir tu osito que duerme en la estantería de juguetes. Al cabo de otoños, en la esquina frente a la iglesia, oculto bajo unos cartones las hojas secas del suelo te susurran. Igual que de niño, encoges levemente las piernas, y las manos en los bolsillos. No es suficiente protección para la primera patada de los que salían del bar. Revientan lo que utilizas para taparte, y gritan sin parar ¡Anda, levántate! Durante minutos escuchas el seco golpear de sus botas en tu cabeza. Y, ¡se le pasará! Luego nada más. Solo el calor de las propias lágrimas sobre la piel.
DECISIÓN, de Baobab
Fuera de toda previsión te inunda la mente la imagen de un niño pequeño, minúsculo, de hecho es un bebé con un PIJAMA NUEVO DE SUPERHÉROES (porque a ti siempre te han gustado los cómics) que empieza a llorar desconsolado y, para calmarlo, te lo pones al pecho mientras le acaricias la cabecita todavía pelona, y entonces te llaman por tu nombre completo y vuelves en un segundo a la sala donde estabas esperando, irguiéndote incómoda en la silla, y te preguntas por qué te hace esto tu subconsciente, por qué quiere llenarte otra vez de dudas ahora que ya habías resuelto dar el paso, y te ahogas sollozando por dentro hasta que decides que no puedes levantarte y entrar en el quirófano y borrarlo de tu vida aunque su padre sea un desconocido que te abordó sin pedir permiso aquella noche de verano.
Muchísimas gracias por todas las historias que os ha inspirado mi relato. Ha sido una gozada leerlas y una tortura decidirme por solo una de ellas. Os comparto cómo ha sido mi elección.
He elegido «Iniciación», de Nox, por saber utilizar tan bien el espíritu de «Pesadilla» a la hora de contar una historia donde un niño descubre con horror sus propios monstruos que desconoce que tenía. Una forma como cualquier otra (bueno, no, una forma muy dura) de acabar con la propia infancia.
De «Decisión», de Baobab, me gustó que se fijase en la forma de narrar, o si se quiere llamar de otra forma, en seguir parte de la estructura de «Pesadilla», además de la historia que se narra en el relato, otra protagonista que debe enfrentarse, en una crucial encrucijada, a sus fantasmas y decisiones personales, y qué duros son algunos como difíciles son las otras.
De «Fortuna a mano», de Bartleby, me gustó hasta el título, y su significado en el desarrollo de la trama. Y quiero destacar además su ironía y el fino humor que despliega el indigente, al que deseo que tenga algo más de suerte que el protagonista de «Pesadilla».