43. Y LLEGÓ EL DÍA.
Siempre fértil de intensas emociones, se había considerado un tipo afortunado en el arte de la felicidad, entendiendo como tal, la capacidad de coleccionar amantes de nacionalidad y gustos varios. Acostumbrado a satisfacer sus deseos (carnales y morales) hacía alarde de esos triunfos y ni se imaginaba que era cuestión de tiempo que se colaría todo ese gozo por el desagüe de la soledad y la indiferencia.
La llegada de un naufragio económico y la acumulación de años con achaques se escaparon por los poros de su piel y se embriagó de los aromas decadentes de una vida de conquistador conquistado por la vejez y la ruina de su imperio.
En un rincón de su alma, apela a la bondad desinteresada de aquellas interesadas para cubrir el vacío de su existencia. No quiere reconocer que hoy, no es ayer.
Por lo general, nadie tiene deseos de irse, menos aún cuando se ha ido de mucho a mucho menos, física y materialmente. Ese día llega siempre, en ocasiones se le ve venir y otras aparece de improviso. Lo importante es haber aprovechado el tiempo, con errores y aciertos. Tu protagonista parece haberlo hecho, pero en su intensa existencia hubo una laguna importante: no querer detenerse nunca a pensar en el final inexorable, no prepararse para él, dejarse vencer, sin dignidad.
Un saludo y suerte, Dolores
Si cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, cuando el amor es falso y basado en el deseo material, mucho antes saltará, incluso sin abrir la ventana. Sin el impulso extra que otorgaban la salud y el dinero, solo le queda esperar una caridad feliz por algún rincón. Qué intransigentes son el paso del tiempo y la realidad. Suerte y abrazos, Dolores.