26. Nieves (Alberto Jesús Vargas)
Nieves, que fue la chica más guapa del instituto, acabó convirtiéndose en el pibón del barrio. Era alta y rubia como las nórdicas y había quien afirmaba que tenía un cierto aire esquimal y por eso era tan fría. Porque a fría no le ganaba nadie. Puede que la cosa le viniera de familia, pensábamos, dado que sus padres eran dueños del principal comercio de congelados de la zona y de hecho ella, quizás por pura vocación, al terminar la secundaria se hizo cargo gustosa del negocio familiar. Volcada en él, despachaba su gélida mercancía y enfriaba las aspiraciones de cuantos pretendientes allí se le acercaban. Se comentaba que no quería complicarse la vida, que iba de su casa al trabajo y que guardaba el corazón en alguna de sus neveras.
Es probable que la culpa la tuviera el temporal que aquella mañana cubrió de blanco la ciudad, lo cierto es que cuando Candela, desafiando al mal tiempo y buscando filetes de merluza, apareció por primera vez frente al mostrador de Nieves, ambas se miraron a los ojos y una aurora boreal pareció iluminarlas justo en el momento en que saltaba el cuadro eléctrico del local.
Un Alberto Jesús madrugador nos presenta bien pronto su candidatura la libro de 2022. Un relato en el que los fríos que van desgranando sus párrafos dan paso al calor de una emergente pasión. Excelente.
Suerte y abrazo.
Un relato redondo, Alberto. Y nunca unos nombres fueron mejor elegidos: Nieves y Candela.
Enhorabuena!
Nieves era mucha más ardiente de lo que parecía, solo tenía que llegarle la persona adecuada para desmentir su fama.
A veces pensamos que para crear una historia original hace falta necesariamente una imaginación tremenda, bienvenida sea, pero no siempre resulta así. A partir de lo cotidiano es posible formar un relato redondo, sencillo en su apariencia formal, al tiempo que profundo y sorprendente en su contenido, en una palabra, impecable.
Un abrazo y suerte, Alberto
Pues si, Rafa, no he sido tan madrugador como tú pero tampoco he esperado hasta casi el último momento para colgar el relato que se me ocurrió yendo por la calle un día que hacía mucho frío y aunque el frío adquiere en él mucho protagonismo, hay también un comienzo, el de esa historia que está por escribir de Nieves y Candela. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Efectivamente, Rosalía, no se te ha escapado el detalle de los nombres de las dos mujeres del relato. Gracias por calificarlo como «redondo». Un afectuoso saludo.
Así es, Ángel, he querido escribir una historia sencilla de una chica de barrio que sobrevive en el frío hasta que se produce ese chispazo (término muy adecuado si consideramos el final del relato) que hace que sus emociones empiecen a descongelarse. Gracias Ángel por tu siempre esperado y grato comentario. Un abrazo.
En cierto modo, todos /as somos frios/as hasta que llega la chispa que, al derretirnos, nos funde los plomos. Muy bien llevado de principio a fin.
Gracias, Edita por tu comentario. Un saludo.
Relato redondo de una historia de barrio. Coincido con todos los comentarios anteriores en cuanto a lo acertado de los nombres y ese frío que se enciende con la persona adecuada. Y en que creo, como Rafa, que es candidato a ir directo al libro. Me queda la cosa de saber más de esa llama posterior entre las dos mujeres, quizás un relato más largo o una continuación. ¡Bravo, Alberto! Me ha encantado.
Pues sí, Pablo, este relato bien podría alargarse contando esa historia que empieza con el encuentro de las dos mujeres, pero el final abierto sugiere que ellas seguirán construyendo su futuro sin un narrador que dé testimonio de él. Me alegra mucho que te haya gustado. Gracias por tu comentario. Un abrazo.