45. Términos y condiciones
Debí sospechar de aquella aplicación que prometía éxito y felicidad instantáneos, pero acostumbrado desde niño a la inmediatez digital, la descargué sin dudarlo. Los cambios no tardaron en llegar. Sin el peso de las cadenas de la moral por fin pude caminar erguido. Me recosté en verdes praderas y bebí de todas las fuentes, pero no elegí senderos justos. Fui un lobo para el hombre, una fiera en la cima de la cadena trófica del placer. Mis amigos me evitaban, ¡cómo odiaba sus vidas grises sin más emoción que el chequeo anual de próstata! Llegué donde pocos se atreven a llegar, hasta el abismo más tenebroso, el que está dentro de cada uno. Qué difícil ser bueno cuando sabes que tus actos no tendrán consecuencias. El tiempo se me escapaba como agua entre las manos, tan rápido como aquel todoterreno sin luces que de un golpe seco alteró las cláusulas del contrato. Vi pasar mi vida en un instante, una sucesión de pecados a prueba de indulgencia plenaria.
Ahora tengo una deuda pendiente y una eternidad para saldarla. Me había dejado engañar por el mayor embaucador de todos los tiempos, el Angel caído. Siempre hay que leer la letra pequeña.
Está claro que todo tiene un precio, como también que todo acaba siendo una cuestión de equilibrios, de tal forma que un instante placentero conlleva, necesariamente, una contrapartida semejante en magnitud pero de signo contrario. Tu protagonista no tuvo en cuenta todos los detalles antes de firmar el contrato, como él mismo reconoce.
Un relato original, con lenguaje administrativo.
Un abrazo y suerte, Lucas
Tu relato tiene grandes ideas y mucha letra pequeña.
Hola Ángel. En este caso el protagonista ha hecho un mal negocio, la eternidad dura mucho. Eso sí, que le quiten lo bailao.gracuad por estar siempre ahí, un abrazo desde Cantabria.
Edita, gracias por leerlo y por comentar. Me encanta que tú si hayas leído la letra pequeña. Un abrazo
Es cierto, que poco miramos los permisos que le damos a una aplicación, ni las implicaciones, tan solo el beneficio inmediato. Como en un pacto sugerente que nos venda una vida maravillosa. ¿A cambio de qué? Aligerar el peso de las cadenas de la moral. Letra pequeña. Genial. Suerte y abrazos, Lucas.
Pues sí Rafa, como ahora todo se consigue a golpe de click, se me ocurrió que el departamento de marketing satánico habría actualizado sus métodos. Muchas gracias por leerlo y por comentar, abrazo desde Cantabria