49. Anunciación
El ángel del Señor… Pero antes de que él hablase, la joven se fijó en los cálidos ojos azules de aquel cuerpo celeste, en sus pómulos ardiendo como rosas salvajes, en la curva perfecta de sus labios dispuestos a abrirse con la divina noticia. Y bajo la saya cristalina que lo cubría, imaginó su vientre de mármol rompiéndose sobre las púberes ingles doradas de aquel ser astral. De solo mirarlo fue suficiente… Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Jajaja. Muy espiritual tu relato, sí. Faltaba esta explicación para entender cierto misterio.
Había una laguna en los hechos narrados que se suplía con fe. En ese hueco te atreves a incluir una hipótesis, que- sigue una lógica que acerca más lo divino y lo humano.
Un saludo y suerte, Raúl
Muchas gracias, Ángel. La fe mueve montañas, pero es difícil que mueva el cuerpo de esa manera, jeje. Donde la fe no llega está nuestra imaginación. Un abrazo.
Jejeje… De lo espiriritual a lo material solo en un abrir y cerrar de ojos. Gracias por comentar, Edita. Un abrazo.
Y la iglesia decidió eliminarlo de las Sagradas Escrituras. Cincuenta sombras de Mary. 😉 ¿Y por qué no? ¿Cuándo empezó la sensualidad? Pues ahí, con ese peaso de Ángel divino. Genial, Raúl. Suerte y abrazos.
Gracias, amigo Rafa. Qué buen título me das 🙂 Acabo de aterrizar por aquí, con tanta gente buena. He venido a por mi tarro de mermelada también. Un fuerte abrazo.