63. Asperger (Adrián Pérez Avendaño)
De repente, todos se callaron. Solo el pitido del lector de códigos de barra que la cajera pasaba sobre los productos seguía sonando.
–Ha pasado un ángel –dijo cuando llegó mi turno y pasé a su lado.
No sé si se dirigió a mí, porque no la miré, pero nada más acabar la frase, empecé a buscarlo: entre las personas que hacían cola en el resto de cajas, en la puerta de entrada y salida, donde dos ancianos recogían comida para los niños pobres, en la sección de frutas y verduras. Miré por todas partes pero ni rastro de las alas, ni del pelo rubio y rizado, ni de la sábana blanca y las sandalias de esparto.
–¿Quieres bolsa? –me preguntó.
–Sí, dos, por favor.
Volví a casa mirando al cielo: vi un globo verde que cada vez estaba más lejos, una bandada de pájaros que tenía forma de bumerán, un rayo que apareció y desapareció enseguida. Y que me asustó un poco. Luego vi cómo se ponía a llover.
–Hijo, estás empapado –dijo mamá al abrir la puerta. Acababa de ducharse e iba envuelta en una toalla blanca por debajo de los hombros. Parecía un ángel.
Una percepción de la realidad diferente, un mundo propio, un muro para comunicarse con los semejantes y una madre con amor incondicional hacia su hijo, por el hecho de serlo y por ser como es.
Un relato lleno de sensibilidad, contado desde la perspectiva de una mente distinta, que otorga gran importancia a detalles que toma de forma literal. Quizá, en el fondo, todos hubiéramos querido ver a ese ángel realmente, con sus alas, o recrearnos en una bandada de pájaros.
Un saludo y suerte, Adrián
Muchas gracias por tus palabras, Ángel. Siempre estás ahí, fiel a la cita de comentar lo que escriben los demás y también siempre certero en lo que cuentas y en cómo lo cuentas. Gracias, una vez más, Ángel 😉
La literalidad de su entendimiento le lleva a buscar el ser alado por todas partes. Me gusta que cuando llega a casa encuentra otro ángel pero con distinta forma. Delicioso, Adrián. Un relato contado con mucha naturalidad y belleza. Suerte y abrazos.
Hay tantas clases de ángeles como el color de la mirada de quien los vea. Y el color de la mirada de tu protagonista es pura sensibilidad y ternura.
Como dices, Rafael,el protagonista siempre acaba encontrando a su ángel, aunque no sea demasiado consciente o ni si quiera se preocupe por buscarlo. Gracias por tus amables palabras, un abrazo de vuelta para ti también.
Cuánta razón tienes, Edita. Cada persona es única y especial, aunque hay quien debido a sus diferencias y capacidades todavía es más especial que la mayoría. Gracias por comentar y hacerlo con esa delicadeza.