12. Clepsidra
Los últimos rayos de su sol arrancan la sombra más larga al gnomon de una vida inmersa en el solsticio de invierno. Sin esperanza de más primaveras, se aferra a ella como el recuerdo más nítido de una llama que no volverá. Se prepara para la noche oscura, sereno, lleno de recuerdos gratos, sin derramar ni una sola lágrima. Sabe que a partir de ahora ya no será la luz la que marque el tiempo que le queda. Aguza el oído como en otros tiempos limpió su mirada, dispuesto a saborear cada segundo que le ha sido regalado: esperando escuchar hasta la última gota de agua que vierta su vasija con la misma plenitud que siente en su alma en ese momento.
Reconozco que no sabía el significado de gnomon y clepsidra (una palabra preciosa), ahora ya sí. Pero incluso desde este desconocimiento personal, la primera lectura de tu relato atrapa por su belleza. En segunda lectura y siguientes se confirma un contenido profundo, el de una persona al final de su vida, consciente de ello, que en lugar de desesperar, ni resignarse sin más, aprovecha cada instante como tal vez deberíamos aprender a hacer todos, con independencia del momento vital en el que nos hallemos.
Un abrazo y suerte, Eva
Anda, mira tú. Ha tenido que venir Eva para enterarme a estas alturas de lo que era aquella cosa que había sobre el tejado del hórreo de mi casa paterna, que tanto me llamaba la atención de pequeña, y que mi padre decía que era para saber la hora solar. Clepsidra no teníamos. Jajaja. Y ahora, para meter la pata lo menos posible, diré que tu relato suena estupendamente y creo que dice más de lo que dice. O sea, que quizás sea una gran metáfora.
Tengo que confesarte Clepsidra, que yo tampoco conocía esa palabra «gnomon» y que tras buscar su significado, he entendido mejor tu bello relato. Un recuerdo a todo un proceso de vida y una paz enorme al verse partir.
Me ha gustado mucho como lo describes.
Mucha suerte.
Besicos muchos.
Pues me alegra haber contribuido un poco al conocimiento de los relojes basados en métodos naturales, poner nombre al ‘pincho’ del hórreo de Edita y compartir con vosotros una de mis palabras favoritas. No es la primera vez que la uso en un relato… Muchas gracias a los tres. Besos, bicos y besicos.
Hola, Eva. Tu palabra favorita – clepsidra – también es una de mis palabras favoritas, no sólo por lo bella y musical, sino porque describe la maravilla de medir el tiempo gota a gota, usando vasijas de agua… La clepsidra de este micro (que bien podría ser un hombre) es vieja, llega al final de su ciclo vital no sin nostalgia, pero con una plenitud que más de uno querríamos tener cuando nos toque el final de la vida…
Un micro poético y profundo, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
¡Oh! ¡Qué maravilla! Me has recordado mi niñez, cuando mi padre, marino de profesión, me enseño el funcionamiento de un reloj de sol, insistiendo en la mayor o menor longitud de la sombra en función de la hora, o cuando ya jovencito me regaló un precioso libro de gran formato sobre la historia de la medida del tiempo, el que se le acaba al protagonista de tu relato. Precioso.
Mucha suerte
Precioso relato para describirnos los últimos momentos de una vida, a través de un reloj Clepsidra, al que has rendido homenaje con nostalgia.
Besito virtual, Eva
Gracias a los tres. Esta vez simplemente me apetecía escribir sobre gotitas. Besos por triplicado.
Muy bonito relato y un regalo para mi descubrir esos relojes tan especiales. Una forma de terminar la vida admirable.
Precioso relato, Eva. Nos dejas unas imágenes y unas metáforas maravillosas. Clepsidra es una de mis palabras favoritas y, como título, es la guinda perfecta para este relato. Suerte y abrazos.
Gracias Mila y Rafael. A veces me pregunto si a día de hoy seríamos capaces de progresar con el ingenio que lo hicieron nuestros antepasados. Tal vez el propio progreso y sus facilidades hayan inhibido el talento de volver a hacer fuego frotando dos palos por ejemplo. Un abrazo a cada uno.