60. Festín
A la señora Mundsen le sale una pequeña cucaracha de la boca cuando pega el tremendo ronquido, y al notar algo raro cosquilleándole los labios, escupe por inercia y se manotea sin llegar a saber qué ha producido el cosquilleo. Tiene la mala costumbre de beber anís antes de dormir; antes de desayunar, después de comer, a la hora de la siesta, para merendar, como cena. Lo de la cucaracha es de lo más habitual; también alguna araña; gusanos; la casa esta infestada, y su cuerpo, flaco y enfermo, es un nido de bichos ovando en la maraña de su pelo, en los jirones de lana de su chaqueta raída, en las llagas supurantes de la carne lacerada y podrida de su pierna… Después de dar varias vueltas se sienta en la cama, agarra la botella de anís y se bebe un buen trago. Y sin más ceremonia se queda tiesa, con los ojos muy abiertos mirando al infinito. Entonces, las ratas, que andan al acecho, aprovechan su quietud para empezar a comérsela.
Una persona que se ha descuidado del todo puede decirse que vive por pura inercia, si es que se puede llamar vida a una existencia de la que se ha perdido todo el interés y no se busca ningún provecho, solo dejar pasar los días con total dejadez. En ese cuerpo que se sostiene de milagro, en el que el alcohol de alta graduación impera a sus anchas, no es de extrañar que aniden toda suerte de animales que ven en tu protagonista una presa fácil, en una especie de liquidación por fin de temporada.
Un relato sobre el abandono total y sus últimas consecuencias.
Un abrazo y suerte, Ana
Muchas gracias, Ángel, un abrazo.
Me parece que has contado muy bien la historia y sobre todo, me encanta el título que es salgo que a mí siempre me cuesta. Enhorabuena
Gracias, Isabel. Sí, el título en un microrrelato es primordial y a veces qué trabajo cuesta ponerlo. Saludos.