63. Femme fatale
En la puerta del burdel, intenté convencerles de que no entraran con ella en busca de una muerte segura. No pararon de insultarme e incluso zarandearon mis antenas. Al oír los gritos de mis compañeros, me largué de allí más viejo y cansado.
Pasó el tiempo y, en mi soledad, soñé que disfrutaba de sus encantos, esos que tantas veces había evitado.
Cuando las patas empezaron a fallarme, decidí que era el momento y me acerqué a la puerta. Sin fuerzas, me quedé cabizbajo en el suelo, mientras los jóvenes me pasaban por encima. En ese instante salió la dama, tan imponente como siempre, a rezar por mi alma.
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Existe hombres malvados donde los haya, en especial si son capaces de convencer a grandes masas para hacer enormes atrocidades, no hemos dejado de comprobarlo a través de la Historia. Otros son más individualistas, pero no menos atroces, lo vemos también cada día en las noticias. Lo de la «mujer fatal» es un mito con visos de realidad. Desde Ulises con las sirenas, o la cortesana de «Sinué el egipcio», algunas saben desplegar sus encantos, que no solo incluyen belleza, también inteligencia, para trastornar a más de uno que casi ni se dé cuenta. La de tu relato acaba por hacer de ellos seres humillados, lo último de la cadena evolutiva, insectos de suelo a los que nadie quiere y hasta desprecia, después de haberles extraído todo lo aprovechable, que solo pueden tener un mal final. Tu protagonista es consciente de haber caído en esa trampa, pero también de que no podrá salir de ella. Al menos, al final reza por su alma, nadie es horrible del todo.
Un abrazo y suerte con este relato lleno de contenido, Javier
Javier, qué caníbales llegan a ser las mantis, son las más bichas sin duda alguna.
Muy chulo el relato,¡mucha suerte!
Abrazos
Muchas gracias Ángel por dedicarle tanto tiempo a comentar sabiamente nuestros textos.
Un fuerte abrazo
Muchísimas gracias Aurora, me alegra mucho que te haya gustado. Las más bichas, sin duda, y aún así los machos siguen cayendo en sus redes.
Un fuerte abrazo