34. ¿Quién nos trajo aquí?
―Todos somos extranjeros en algún momento de nuestras vidas ―decía el maestro―, siempre hay un momento, por mucho arraigo que se tenga a un lugar, a unos afectos, en el que la realidad nos deshabita, en el que se abre una grieta y desaparecemos. Breves o largas ausencias que los demás perciben o ignoran en las que nos da tiempo a cruzar una vida, algo así como subirse a una montaña rusa y circular a gran velocidad. En esos momentos nos desconocemos, nos olvidamos, hasta que una voz conocida nos llama, regresándonos. Algunos les ponen nombre a esas experiencias; otros inventan un mundo de pócimas mágicas, como la que bebía Alicia, para perderse en él y mirarse a través del espejo; otros se quedan para siempre en letargo; otros no vuelven. Estamos hechos de ausencias, de huecos extraños, de reinicios, como nubes de paso.
―No es cierto ―interrumpió el niño― estamos hechos de sueños, solo somos el sueño de un extranjero. El mensaje en la botella que alguien arrojó al mar de este mundo.
―¿Y qué dice ese mensaje?
―Que hay que responder a la pregunta.
Es cierto que pertenecemos a un lugar por circunstancias, pero de haberse dado las condiciones para ser de otro sitio lo habríamos sido.
La pregunta esencial, efectivamente, es «¿quién nos trajo aquí?», que lleva implicíta otra cuestión imevitable, que no hace falta ni formular:¿Con qué propósito?
Un relato que ahonda en el sentido de la vida, en ese de dónde vamos y a dónde venimos que nos hemos preguntado siempre.
Un abrazo y suerte, Manoli.
Muchas gracias, Ángel, por tus palabras. En efecto, es una pregunta tan vieja como el mundo y que continúa abierta. Es un relato sin pretensiones, con la sola idea de abarcar las distintas acepciones del término «extranjeros» todos lo somos, alguna vez.
Otro abrazo de vuelta.